Con lo justo. A la “T” le costó demasiado superar al “Depro”. Mejor en lo individual que en lo colectivo.

La ilusión del “Depro” duró casi todo el partido. Talleres, varios escalones arriba de su rival, sólo lo pudo jaquear al final del encuentro. Su tercer gol, ya en tiempo de descuento, le bajó el telón al juego en el Mario Kempes, para imponerse con lo justo por 3 a 2.

Casi no hubo diferencias entre los dos equipos en todo el trámite. La “T” se apoyo en la zurda de Reynoso para elaborar juego. El “10” tuvo fluido contacto con Solis, pero los números centros de este último no encontraron a Strahman ni a ningún otro compañero dentro del área del equipo entrerriano. Los albiazules se insinuaban superiores, sin pensar que la visita con dos contragolpes fulminantes lo iba a frenar.

Cinco jugadores a un toque, elaboraron una jugada rápida que Robles, con una exquisita definición, hizo terminar la pelota en la red. Poco después, Reynoso devolvió atenciones con otro golazo. Pero la alegría sería breve. Robles, otra vez a puro pique, desnudó los graves problemas en la marca en la defensa adversaria.

Talleres terminó el primer tiempo confundido y perdiendo 2 a 1. A esa altura estaba siendo eliminado por un ignoto rival. Frank Kudelka pobló el área con Klusener y a partir de ese cambio las cosas mejoraron para la “T” en el complemento.

Más peligro

El delantero que viene de Olimpo se juntó con Strahman y generó más peligro a los entrerrianos. Su presencia no pasó inadvertida. La ecuación resultó lógica: más hombres cerca de Rouger, más posibilidades de empate. La igualdad pudo llegar luego de un agarrón de Sánchez a Klusener. El remate desde el punto de penal que ejecutó Strahman dio en el palo derecho.

Esa frustración fue la antesala de la igualdad que finalmente llegó. Eial, un par de metros atrás de su habitual posición cruzó la pelota hacia la izquierda, en donde Solis desbordó con facilidad a Suárez. El desenlace de la jugada fue otra soberbia demostración de cómo se debe resolver frente al arquero contrario. El ex Villa Dálmine, desde un ángulo muy cerrado, hizo pasar la pelota por debajo del Rouger para el 2-2.

Luego llegó el tiempo del equilibrio. Kudelka sacó a Reynoso, que estaba un poco cansado, sufrió por la salida de Solis por lesión, pero metió en cancha a otro de los jugadores llamados a ser fundamentales: Aldo Araujo.

Ya con muestras de cansancio de todos los jugadores, con una humedad que cada vez pesaba más, la vivacidad del juego se fue diluyendo hasta perder casi todos sus matices. Ya cuando el empate parecía sellado, una buena incursión de Gutiérrez por derecha y una buena cesión al medio que dejó pasar Strahman, culminó con el preciso remate de “Turbina”, que desató el desahogo de la hinchada.

Talleres no jugó bien a nivel colectivo, pero demostró tener individualidades que por el momento logran disimular esas falencias. El tiempo demostrará si ese déficit puede ser solucionado.