Triunfazo. Talleres derrotó 2-1 a Villa Dálmine y quedó provisoriamente puntero de la B Nacional. Lo ganaba, lo empataron y con un gol de Strahman se llevó la victoria.

En el primer tiempo, lo que más preocupaba eran los rayos que se veían en el cielo. Los truenos acompañaron, primero, al aliento que bajaba de las tribunas. Y luego, a las expresiones de fastido cuando se veía que el juego de Talleres no aparecía por ningún lado.

El equipo visitante intentaba controlar el partido lo más lejos posible del arquero Kletnicki. Por momentos quiso sorprender aprovechando, son sus carrileros, las espaldas de Chaves y Arias pero era muy liviano en ataque.

En todo el primer tiempo, los de barrio Jardín no le encontraron la vuelta al equipo dirigido por Jorge Vivaldo. El Flaco, viejo conocedor de la categoría, desde el banco trataba de que sus dirigidos no se metan atrás. Y lo logró cerrando la primera parte con un 0-0 aburrido donde se terminó hablando más de la tormenta que se venía que del partido.

La tormenta no llegó al Kempes. Porque Talleres la disipó con un triunfo que le costó bastante. Las nubes negras y los truenos que flotaban en el estadio parecieron sólo una amenaza con el triunfo de la T por 2-1 ante Villa Dálmine. Javier Velázquez, de penal abrió el marcador. Empató Ángel Alonso y desniveló Eial Strahman para la victoria que lo pone como puntero de la B Nacional a los dirigidos por Frank Kudelka.

El segundo tiempo fue otra cosa. Talleres salió bien enchufado a “comerse crudo” al rival. Y a los tres, hizo estirar al arquero visitante con un cabezazo de Ramis.

En la jugada siguiente, el defensor Alonso metió la mano y el árbitro dio penal que Velázquez transformó en el 1-0. Parecía que se iba a despejar el cielo pero, a los 15, el mismo Alonso en la otra área volvió a traer la amenaza de tormenta al Kempes.

Y vino la respuesta de Kudelka desde el banco: metió a Strahman por Victorio Ramis y, en la primera que tocó, la mandó a guardar para el 2-1. Y volvió la calma en las casi 25 mil almas albiazules que ni tuvieron tiempo para ponerse nerviosas por el empate parcial.

Con la ventaja, creció aún más la figura de Rodrigo Burgos. El paraguayo cortó, jugó, relevó a derecha y a izquierda. En fin, los aplausos y la ovación fueron para el cinco que, aunque todavía la lluvia no caía, por las dudas parecía tener el piloto siempre listo. Y al lado aparecía Jerez Silva, cada vez más cómodo siendo la salida del equipo.

Y el uruguayo Gutiérrez, que ingresó por Velázquez, refrescó el contraataque albiazul. Y, aunque pudo haberlo liquidado, Talleres supo aguantar algunos embates rivales y quedarse con un triunfo que lo deja arriba y soñando.