La T ganó en el Kempes gracias a la aparición de Eial Strahman. No le sobró nada, pero logró sumar otra vez de a tres y es puntero, al menos de forma provisoria.

Fue en el momento más tenso del partido. Había recibido aliento de la gente cuando ingresó, como que en él se depositaron las esperanzas de volver a ganar. Villa Dálmine le había empatado y se necesitaba salir del enredo.

Y en menos de un minuto, Eial Strahman, en la primera que tocó, la peinó de cabeza y dejó el festejo para Talleres, con triunfo 2 a 1 y delirio para el pueblo albiazul. Sufrida victoria, sin brillo, pero con toda la algarabía, porque en barrio Jardín vuelven a ver a todos desde arriba, punteros, al menos provisoriamente.

No hay que mentir: Talleres no jugó un buen partido, pero al menos logró disipar la tormenta. Al contrario, por momentos se trabó y hasta padeció en los minutos finales. Es cierto que mejoró en intensidad y actitud al inicio del complemento, como cuando llegó al gol. Penal dudoso por mano de Alonso tras un córner, que Javier Velázquez canjeó por la apertura del marcador. El destino quiso que el mismo Alonso tuviera su revancha, aprovechando una segunda jugada tras un tiro libre malogrado. Toque al lado del palo, inapelable para Caranta.

Hasta que ingresó Strahman, con los 14 goles a cuestas que arrastraba del campeonato pasado, del ascenso. Y en sesenta segudos dejó en claro su vocación. El lugar que viene reclamando. El equipo de Frank Kudelka desde lo numérico sigue siendo inobjetable. Desde lo futbolístico, hay algunas sombras aunque en las tribunas, la ilusión hace maquillar cualquier intento de frustración y enojos por el momento. Talleres suma dos victorias y un empate, para consolidar su etiqueta de candidato.