Hoyos, convencido. El DT se siente fortalecido por su grupo. Apela a todos los aspectos con una dosis de “locura”.

No es un rocker que acaba de bajar del escenario. Todo mojado y con la gola áspera, afina en sostenido las explicaciones del empate de Talleres en un sábado por la noche sin fiebre en las gradas.

Guillermo Hoyos tiene las clinas cruzando la línea ecuatorial entre cuello y tronco. Y balbucea carraspeando los conceptos. El pobre empate de la T, 0-0 ante Tiro Federal y clasificación a la siguiente instancia, tiene justificaciones concretas amoldadas en la visión medular del DT. La periférica, la de los hinchas o la de los medios parece ser otra. Pero Talleres, sin show en escena, consiguió la mueca de felicidad del pase a la siguiente instancia, en busca del segundo ascenso a la B Nacional.

“No podemos ganar sin sufrir. Había que jugarlo, tuvimos que administrar las energías que no nos sobran, tratar de manejarlas. Había que definirlo antes y no pudimos, no se logró. Cerramos las líneas y tratamos de llegar bien al final”, lanzó Hoyos.

Guillermo (sin Ángel, el nombre que menos le gusta de los dos) abre el análisis y acepta el desafío de ir un poco más allá de una noche apática en el campo. Pero, antes que hablar de lo que viene, de sus 36 días como entrenador albiazul, asume un tibio rendimiento, aunque lo justifica: “Yo al equipo lo parto en dos, el primer tiempo con más aire, más resto. En el segundo el equipo hace un sobre esfuerzo como cada partido. Tenemos que llegar de la mejor manera, recuperarnos, tratar de resistir y continuar. Se está pagando en lo físico”.

Talleres tendrá su primer chico en los juegos del hambre, ahora en Santiago del Estero. Muchos equipos, ocho, para dos ascensos. Nada más. Y Mitre, la próxima estación en la eliminatoria, es el escollo que se avecina en la norteña ciudad del infierno estival, allí donde en estas épocas, un maíz por el aire cae al piso en forma de pochoclo. “Sabemos del calor, difícil. Para ellos también”, advierte el DT.

Cuestión de sistemas. Después de hablar de que en realidad Talleres definió la serie en Rosario, de haber hecho casi un partido perfecto en barrio Ludueña con el 2-1 y de no haberlo cerrado antenoche en el Kempes, a Hoyos le quedan cosas por decir. Aceptar el reto de un revés conceptual.

¿Porqué forzar un sistema de “multifunciones” y no apelar a la simpleza de un esquema más clásico que no desgaste tanto?

“Nosotros cumplimos 36 días. Hemos armado 61 conceptos de fútbol. La presión inmediata en la pérdida del balón, por ejemplo. Así 61 ideas. Lo hemos ido trabajando, sistemas alternativos con línea de tres con dos carrileros o volantes ofensivos y esas son las alternativas que hemos manejado. Nueve partidos en 36 días. Hay una adversidad en ese aspecto y lo resalto de los chicos”, expresa Hoyos.

“Estoy muy contento con los chicos y el personal del club. Es difícil crear y desarrollar en poco tiempo y la predisposición nos ayuda mucho”, completó.

Después de Unión. Por primera vez, el entrenador habló claramente de lo que pasó tras aquella derrota por el ascenso directo ante Unión de Mar del Plata en Junín. El técnico parecía estar “ido” en el pos partido. Y, más allá de los horarios y de la logística, en el camarín albiazul todos se tomaron todo el tiempo posible. Se habló mucho. Hoyos se sentía abatido, pero empezó a encontrar fundamentos del otro lado. Las caras de sus jugadores y las frases que se fueron encadenando. Todas de apoyo franco, concreto y la idea de morir “con las botas puestas”, pero juntos.

“Hoy, vos si te estás lamentando capaz que ahora estás afuera. Hay una esperanza, una ilusión. No cambió nada, sólo fortalecimos la unión y la ilusión para seguir. Sabiendo que ante Unión fue un golpe duro, capaz que merecimos mucho más. Ahora ya jugamos dos de los seis partidos que tenemos”.

–¿Todo lo que se habló en ese vestuario fue determinante para poder salir del pozo?
–Yo tengo una admiración muy grande por el jugador de fútbol, por estos jugadores. Porque soy jugador. Siempre voy a ser jugador de fútbol. A veces hay que tocar lo máximo de lo máximo en cada diálogo. Hace 36 días que estamos afónicos. Se construye mucho más desde la derrota. El grave error que a través del triunfo se tapa todo. Y yo digo también que hay que ver lo que los otros no ven. Hoy creo que somos mucho más fuerte que hace 10 días atrás.

–¿Tu locura te ayuda?
–Ja, ja. Yo rozo la locura siempre. Busco creatividad y crecimiento. Buscar información, mirar y no quedarme en ganar o perder un partido. El jugador crece y desarrolla un 300 por ciento si nosotros lo ayudamos a hacerlo. Yo siempre reniego si un jugador no le pega bien o sale mal. Hay que buscar esa perfección, siempre.

–¿Y la libretita, no la usás más?
–Nooo... La tengo y no la escondí. Yo sigo anotando todo lo que tengo que trabajar. Así es siempre.