Ruffener, abogado del fideicomiso de Talleres, manifestó que el llamado a elecciones por parte del juez es un “ascenso institucional”. Y que no se pudo convocar en junio por prudencia, habida cuenta del descenso de categoría en lo deportivo.

Justo unos meses antes de los 10 años, Talleres volverá a ser conducido por sus socios, no sin antes superar un infierno institucional y deportivo del que todavía quedan secuelas evidentes. Sin embargo, el panorama ya tiene un cielo despejado y soleado en el horizonte, dejando atrás los nubarrones que amenazaron incluso con remates y liquidaciones. Eso es lo más importante en la consideración del abogado del fideicomiso, Daniel Ruffener, en diálogo con PODIO, quien disfrutó este logro institucional además de clarificar conceptos de todo el proceso de saneamiento. “Es otro escenario el que tenemos por delante, gracias a Dios. Estuve más de siete años en este compromiso con el club y la Justicia, solo quedan concluir tareas residuales para nosotros, pero las cuestiones centrales se han cumplimentado en todos sus aspectos. A esto lo tomo realmente como un ascenso institucional”, contó el abogado, quien ingresó al órgano fiduciario a mediados del 2007, tras la remoción del anterior abogado, Jorge Nasser.

- Por momentos, hubo riesgo de liquidación...
- El proceso pasó por todo tipo de etapas, y es cierto, hubo amenazas de liquidación, cuanto menos parcial, de algunos activos inmuebles de la entidad. Incluso en un momento desde el Tribunal designaron un martillero por una eventual liquidación del predio. Esa instancia fue superada. Estamos llegando a la normalización sin sacrificar ninguno de los bienes. Hubo que echar mano a créditos, a derechos de jugadores, a otros recursos legales, y todo lo logramos con la ayuda del Fondo de Inversión en el sostenimiento del giro ordinario.

- ¿Qué ocurrió que se demoró la fecha de anuncio? En un momento, planificaron para junio pasado...
- Preferimos que se cumplan las garantías, que sean efectivizados los cheques recibidos por la venta de algunos jugadores. Quisimos ser prudentes, por más que las estimaciones eran suficientes para saldar casi toda la deuda en junio. Incidió lamentablemente la cuestión deportiva, con el descenso de categoría. Fue por precaución. De todas maneras, la previsión nos acompañaba y salvo por ese detalles, se hubiera cumplido. Fue un pequeño atraso pero en márgenes menores. Es un momento histórico para nosotros y para todos los hinchas.

- ¿Va a continuar usted cercano a alguna conducción, o en asesoramiento?
- Nuestra función cesa el 31 de noviembre. Hablo a título personal, quisiera tomar distancia de esto. Fue muy desgastante, uno no es dirigente, estoy acostumbrado al ejercicio profesional, y no deja de ser una experiencia riquísima en lo personal, pero ahora será tiempo de seguir a Talleres como simpatizante. Como antes.

- ¿Qué sensación le queda?
- Repito que fue como un ascenso institucional. Lo deportivo está en juego, pero el saneamiento del club, de deber 30 millones de pesos, me parece que a todo esto lo vamos a valorar con el tiempo. En el futuro lo apreciaremos más. Se viene una buena década. Ya pasó lo peor.