Diego Martínez. El delantero recuperó confianza y anotó 2 de los 3 goles con que ganó la "T".

Apretaba el puño, hacía un bailecito y miraba a la tribuna. No soltaba lágrimas, pero la emoción era evidente. Cada gol tenía una sensación de felicidad y desahogo con un destinatario especial. Diego Martínez, la figura de Talleres en la victoria por 3-1 ante Alvarado, vivió ayer una tarde soñada en Mar del Plata: ganó su equipo, metió dos tantos y se los pudo dedicar a su hijo Diego, que viajó hasta “la Feliz” para verlo jugar.

Tras un arranque en el cual el gol se le venía negando, el exdelantero de Aldosivi y San Lorenzo comenzó a amigarse con la red y se ganó el puesto en el equipo de Sergio Coleoni, que siempre le mantuvo la confianza. Si bien fue la figura de la cancha, Martínez remarcó: “Fue la tarde ideal para todos porque teníamos que ganar sí o sí”. Al momento de hablar de las virtudes del equipo, el jugador de Comandante Nicanor Otamendi ( localidad cercana a Mar del Plata) resaltó: “Salimos a jugarlo el partido, no veníamos haciendo eso, tuvimos control de pelota y entramos bien parados”.

Rodeado por los amigos de su pueblo, que viajaron cerca de 30 kilómetros para verlo, el delantero luego le reconoció a que aún hay cosas por corregir: “Cuando nos hacen un gol nos agarra ese miedo a que nos empaten. Hay que seguir trabajando. Nos vamos contentos”.

Antes de subirse al ómnibus que lo llevaría otra vez a Córdoba, Martínez dejó claro para qué vino al club de barrio Jardín: “Yo vine a ascender, eso es lo único que está en mi mente. Después, los goles vienen solos. Lo bueno es que estamos segundos a tres puntos y nos toca jugar ante Unión de Mar del Plata”.

No tan feliz. El contraste entre Alvarado y Talleres fue grande fuera como dentro del campo de juego. Y quizá en la cancha apenas se notó una pizca de la diferencia de realidades. Mientras que en la “T” la mayoría de los jugadores cobran sueldos por encima de la media de cualquier equipo de la categoría, los futbolistas del equipo marplatense llevan meses sin cobrar y 28 días sin entrenarse. La situación es tan crítica que varios jugadores se las rebuscan con otras tareas para poder subsistir. Aldo Suárez, arquero y capitán de Alvarado, estuvo haciendo tareas de albañilería en un “hostel” antes del juego. Luego, cambió de guantes y se fue a jugar.

Emanuel Sarati no jugó porque no le mandaron los pasajes a La Plata y no quería pagarlos de su bolsillo. Cansado de tanta miseria, el volante se volvió a su ciud ad . Mientras los jugadores de Talleres bajaron de su colectivo con ropa del club e hicieron la entrada en calor con otras prendas que representan a la institución, los futbolistas de Alvarado llegaron en sus vehículos un rato antes del partido. Carlos Miori, DT del “Torito”, no recuerda cuándo fue la última vez que cobró una moneda en el club. “La vez que le pagaron aprovechó para comprar unos camperones para el cuerpo técnico. Maneja un taxi”, contó un colega marplatense.

Luces y sombras de este Federal A que hoy le toca transitar a la “T”, que deberá repetir lo hecho en el primer tiempo de ayer para abandonar cuanto antes este calvario. El mundo Talleres así lo exige.

Son los que tiene Martínez en la “T”. Anotó ante Independiente (CH), Libertad y los dos de ayer en “la Feliz”.