“Callate que vos no seguís”, le dijeron al DT Jorge Ghiso. ¿Qué pasó en el apriete?

Jorge Ghiso sale de la práctica de barrio Jardín con el rostro desencajado. Pálido, pero con los cachetes colorados. Mal. Muy mal. Su hijo, el PF Jorge Ignacio, camina con la cabeza gacha y, más atrás, el ayudante de campo de Vitrola, casi perdido, muy apesadumbrado. Es Luis Núñez quien le habría dicho al técnico algo así como “nos tenemos que ir”. Acaba de pasar el último episodio más triste de la presente temporada. Dos barras caracterizados llegaron al estadio de barrio Jardín e interrumpieron el ensayo de fútbol. Sorpresa. La práctica se paró de golpe. Insultos. Voces amenazantes. Cruces con uno de los jugadores. Y “apretaron”. Feo.

Cuando el entrenador intervino en el exabrupto lo cortaron en seco: “Callate que vos no seguís”. Ligaron reclamos varios jugadores que fueron blanco de los barras. Los referentes los rodearon. Intercedieron y les pidieron de buena manera que se aparten con un “ya está, ya está”.

Y mientras se iban, hasta los más jóvenes fueron apuntados. “A nadie le gusta que se te metan en un entrenamiento y te corten así. Pero en situaciones como estas, todo puede ocurrir”, contaron desde adentro.

Esa imagen fue el último decreto de “descenso”. La última y cruel postal de un club que en un año volvió a caer pesadamente. Parece que en Talleres todo se fue a los caños. De golpe. Ghiso se fue del estadio muy contrariado. Cumplió con algunas notas escuetas, de compromiso. Y dijo de manera tenue que esperará a ver qué pasa en la institución para hablar de su continuidad. Después, frente a la consulta por lo que se vivió con el episodio de los barras prefirió casi no mencionarlo. La siesta se convirtió en un reguero de versiones.

Mientras la dirigencia va cerrando desvinculaciones de algunos integrantes del plantel, el suceso de ayer, que había sido cerca del mediodía, fue casi una sentencia que desencadenó una duda inmediata: la continuidad del entrenador Jorge Ghiso.

Vitrola se vio claramente “desautorizado”, expuesto, sin control de la situación. Mientras se dirigía a su departamento en Nueva Córdoba, cruzó llamados telefónicos con los dirigentes.

Los jugadores salieron uno a uno del estadio. Cabezas gachas. Muy mal semblante. Mucho silencio. Como el entrenamiento era a puertas cerradas se fue confirmando todo. Hubo, además de los futbolistas, varios testigos que presenciaron el momento de calentura y de tensión en el campo de juego.“Fue muy feo lo que pasó. La verdad que esto además de asustar, nos termina de hundir”, dijo alguien al pasar. Y si había alguna duda en varios jugadores acerca de su continuidad o de pensar en quedarse para “pelearla” hasta fin de año, muchos de ellos ya “sacaron pasaje” al exilio final. En medio de la devastación deportiva, varios aceleraron la idea de alejarse, con el mayor de los silencios.

Silencio casi total. Los integrantes del Fondo ayer no atendieron ante esta puntual requisitoria, pero hacia la noche lo hicieron a cuentagotas. Es un momento muy delicado en el club. Y no hubo ninguna versión ni descargo “oficial” durante el mediodía y la siesta hasta la tarde-noche.

Mientras, la primera novedad que apareció era que el técnico “estaba ido”. Que podría dirigir al equipo el lunes y luego presentar su renuncia. Pero a eso mismo, el DT lo fue disipando sólo a través de mensajes de textos. Eligió hablar con quienes estuvieron en la práctica y trató de poner paños fríos tras comunicarse con los dirigentes. Aparentemente lo calmaron, le dieron tranquilidad. Hubo coincidencias en “que todo decante un poco”. Ghiso, ya en la tarde, había hecho saber por un mensaje desde su teléfono: “La única verdad es la que les dije cuando salí (del entrenamiento), lo demás corre por cuenta de quien lo dice y vaya a saber con qué intención”. Inmediatamente a esas respuestas y como la información había rebotado feo en la mayoría de los medios de Buenos Aires, el diario deportivo Olé publicó unas frases del entrenador.

Comenzaba a digerirse un día duro, de esos que son un mazazo de “descenso”, que duelen y de los que es muy difícil volver a recuperarse.