La medida de adelantar el partido ante Huracán es más prejuiciosa que preventiva. Las razones.

Mientras Talleres vive una transición futbolera, la que va desde los últimos juegos en la B Nacional y su posterior reingreso al Argentino A, el martes pasado se conoció una noticia mínimamente curiosa.

Desde el Cosedepro se dispuso el adelanto del partido del lunes con Huracán para las 16, en lugar del horario original de las 20.

La medida sorprendió al Fondo de Inversión, pero tampoco se hizo "el" esfuerzo pensando en el argumento de que un partido en horario laboral resentirá la concurrencia.

El mensaje resulta prejuicioso, antes que preventivo.

Quizá contradictorio. Hacer una despedida en función privada podría tomarse como un escape a eso que tanto se alentó y se reinventó durante los años de Argentino A.

Un fenómeno de concurrencia que, salvo alguna escaramuza, soportó los vaivenes del primer equipo sin problemas. Tras el descenso histórico al Argentino A de 2009, Talleres completó el fixture ante Ferro y la gente fue igual al Chateau. No fue a agredir a jugadores, DT y dirigentes, sino a fidelizar su sentimiento.

Como lo hizo en el calvario del Argentino A, en las eliminaciones que sufrió en esos años y ahora. La gente que irá al Kempes ese lunes seguramente irá con su lógico malestar a cuestas porque le prometieron un equipo protagonista y se fue al descenso. Pero en este partido y en el final ante Villa San Carlos irá a prometer que seguirá acompañando.

Que podrá volver a ingresar sin restricciones en el Argentino A, que en seis meses le ofrecerá la chance de regresar a la B Nacional si se prepara seriamente.

En todo caso, se sabe desde siempre a quiénes hay que excluir de una cancha. A quienes son violentos por naturaleza y no, por caso, a quienes acompañan pagando su entrada y viven el lógico duelo por semejante campaña.