A este “Cachito”, el entrenador Arnaldo Sialle, hubo varios señores del auto que lo fueron a buscar. En la tarde del 13 de noviembre de 2011, mientras “orejeaba” su futuro Talleres en la cancha de Tiro Federal, al DT con porte de patovica lo rodeaban los inversores Rodrigo Escribano, Ernesto Salum y Alberto Escalante, y el gerente deportivo Maximiliano Salas. Este último es el único que lo acompañó en el vestuario albiazul en los últimos tiempos, en los que muchos comenzaron a desconocerlo, o a relativizar su influencia en el reciente ascenso.

Casi 22 meses después de aquel primer encuentro en Rosario, todos sus protagonistas volvieron a coincidir esta semana en otro cónclave, donde –según se afirma desde una de las veredas– hubo consenso en diagnosticar la necesidad de hacer un cambio, en lugar de bajarlo.

“Más allá del enorme agradecimiento que tenemos con ‘Cacho’, nosotros necesitamos que Talleres gane y debemos buscar solución a eso”, declaró Escribano, blanqueando el ultimátum. “Al límite me lo puse yo”, retrucó Sialle, demasiado preocupado en no contradecir a quienes solventan la campaña albiazul, que primero le pusieron una vara muy alta (“vamos ‘Cachito’, vamos, debes ser el campeón”) y ahora lo ponen de escudo para frenar los silbidos (¿“Chau, ‘Cachito’, chau”?).

Qué me estará pasando, que no lo puedo parar. A esta película ya la vimos un par de años atrás. Sialle dio la vuelta olímpica con Brown de Puerto Madryn y luego extendió su gestión por apenas cinco partidos en la B Nacional. Su discurso antes de aquella renuncia también aludía a la preocupación por resultados y rendimientos, con especial énfasis en la respuesta anímica de sus dirigidos, y a su disponibilidad para dar un paso al costado si de descomprimir los ánimos se trata.

Por supuesto que le caben sus culpas al entrenador por este mal momento de la “T”: el hombre ha cambiado mucho, y el equipo juega bastante poco. Del entusiasmo por los triunfos ante Belgrano, Newell’s y San Lorenzo se pasó a la incertidumbre que generan tres empates y dos derrotas, y un incómodo lugar en la olvidada tabla de promedios. Avendaño y Vera no aportaron las soluciones esperadas en defensa, Tevez y Salmerón no mostraron ser más que Olego y Velasco, Brítez Ojeda está lejos de hacer olvidar el exilio de Javier Villarreal. Y todavía nadie sabe por qué se cambió el sistema táctico ante Estudiantes de Caseros por la Copa Argentina.

Así y todo, el respaldo debió ser contundente. Y en varios frentes. ¿O Silvestre es un dibujo animado?