Roberto Luis Oste, hoy ayudante de campo de Insúa en Deportivo Quito, cuenta su pasado en Talleres, donde supo dirigir y fueron despedidos por Ahumada. “Nos dolió. No quisimos que nos ningunearan”, confesó.

A la salida del entrenamiento del Deportivo Quito, en la zona de Carcelén, Luis Oste saluda a los jugadores, quienes con complicidad y respeto, no se cargan por el partido de Ecuador y Argentina. El “Lute”, gloria de Talleres, es ayudante de campo de Rubén Darío Insúa, ambos dirigieron al equipo en 2008, aunque después la ciclotimia del gerenciador Carlos Ahumada los llevó por otros horizontes. Hoy Deportivo Quito (antes llamado Sociedad Deportiva Española) marcha segundo, tiene al goleador del torneo, el ex Huracán Federico Nieto, sin embargo, hay huelga porque no cobran hace tres meses. “Pero igual la remamos, lo hacemos porque estamos cerca del título y los jugadores así lo entendieron”, cuenta Oste, para empezar a contar su salida de Talleres.

“Yo dirigí al equipo en dos procesos, en interinatos, en el gerenciamiento de Ateliers. Sigo con buena relación con Carlos Granero. Hice gran amistad con Insúa. Nos dolió que nos echaran de esa manera. Perdimos 3 a 1 con Instituto y no lo perdonó. Era un gran equipo pero Carlos Ahumada ya había comprado acciones y decidió poner su gente. Lamentablemente no nos pagó, tuvimos que cobrar con juicio”, le cuenta a PODIO el “Lute”.

- ¿Qué pasó en ese Talleres? Al año siguiente descendió…
- No venía bien manejado, Ahumada era muy impulsivo. Los gerenciamientos no salieron bien. Dirigimos con Daniel Primo cada vez que hizo falta pero Ahumada actuó de esa forma y así le fue también, descendiendo al Argentino A. Yo creo que con Insúa íbamos a dar vuelta el momento, pero no lo permitió. Insúa tiene trayectoria, le guste o no, y no quiso dejarse ningunear.

- ¿Te alegraste con el ascenso de Talleres?
- Sí, feliz, se lo merecía. La gente me sigue mostrando afecto, y voy a hacer lo posible para ir a patear el simbólico penal en el Patio Olmos, para rememorar el ascenso ante Belgrano. Estoy complicado por laburo, pero esas cosas no me las quiero perder.

- ¿Cómo es el ciudadano ecuatoriano?
- Muy amable. Hay dos costumbres marcadas: el ecuatoriano de la sierra es más pacífico, más respetuoso, y el “costeño” de las playas, más caradura, más pícaro para decirlo de alguna manera. Es un pueblo hermoso y estamos cómodos acá.

- ¿Estás adaptado a la comida?
- Sí, al pescado sobre todo, al ceviche y las carnes picantes. Es muy sabroso, aunque extraño también la cocina argentina.