Un marco impresionante acompañó a Talleres en su vuelta a la Primera B Nacional. Hubo 60 mil personas, una cifra aún mayor a la capacidad misma del estadio Mario Alberto Kempes, con hinchas cubriendo hasta los pasillos de las tribunas.

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“Eh, primo, no hay 60 mil personas”. José Fernández, el arquero de San Jorge, ironizaba así, a las 18.20, sobre el marco del Kempes. A esa hora, sólo habían ingresado unas 10 mil aunque ya se percibían los condimentos de los grandes eventos. Ese contexto, propio de una Copa América o de un partido de selección, fue el que acompañó a Talleres en su consagración.

Semejante derroche de ostentación contrastó notoriamente con la humildad de un equipo tucumano que entró a pisar el césped dos horas antes en la ceremonia de reconocimiento: la mayoría entró cámara en mano para retratarse “en la misma cancha que jugó Messi”, para orgullo de Diego Véliz, que un rato después apareció con la “2” de San Jorge.

Mientras tanto, la cancha iba preparando una escenografía envidiable para cualquier equipo de Primera División. En pocos minutos, el azul y blanco tiñó todo, incluidos los accesos ( ¿ habrá localidad pasillo?), y media hora antes del inicio, bien cabía el cartelito de “no hay más localidades”.

“No es la primera vez que juego en un escenario así”, sacó pecho el guardavalla visitante, aunque enseguida aclaró: “La otra vez fue en el anterior partido contra Talleres, pero eso sí, recién ahora tomo idea de la magnitud de lo que representa este club”.

No existen palabras para describir el recibimiento de la “T”. La fiesta ya estaba lista en una desproporción infinita. Todos querían divertirse, pero el goce de 11 significaba la amargura de 60 mil. “No hay derecho”, hubiese dicho un pitagórico pragmático.

Y al final el delirio fue para la mayoría, enmarcado en un fantástico espectáculo de fuegos artificiales que precedió a la vuelta olímpica, en colectivo, que coronó la noche.

Fue el broche de oro para una jornada que marcó récord de convocatoria para la tercera categoría del fútbol argentino, para Talleres y, también hay que decirlo, para cualquier equipo cordobés. Es que sólo el Instituto­River de 2011 albergó un marco similar, pero con ambas hinchadas. Lo de ayer, qué duda cabe, fue todo albiazul.