Ante unas ocho mil personas, glorias, modelos y vedettes repasaron la historia albiazul con un desfile de casacas históricas.

Paco Cabasés se aferra al bastón. La Wanora Romero se hace el distraído y prefiere no mirar con detenimiento. Hay casi 10 mil tipos gritando su pasión, diciendo que aman a Talleres aunque el presente intente engañarlos con una realidad difícil, y hay que ser de goma para que no se caiga un lagrimón.

Siempre es bueno un adorno, un gesto, algo que no le haga ­olvidar a ese ser amado que los sentimientos son los mismos que los del primer día. Que aquellas sonrisas de antaño forman la armadura que protege contra cualquier bajón del presente. Por eso el hincha se agolpó para conocer la nueva vestimenta oficial, porque volverá a vestir su cuerpo de azul y blanco para encarar la parte final de un torneo que lo invita a ir por más. La presentación de la camiseta es la ex­cusa perfecta para avisarle al club que, a pesar de los pesares, está porque siempre estuvo, y seguirá estando como a lo largo de estos casi 100 años.

Las exuberantes Lour­des Sánchez y Johanna Villafañe mostraron el nuevo objeto de deseo: esa casaca que se agotó apenas salió a la venta y que, desde el sábado, los hinchas besarán con los ojos cerrados, casi como temiendo perderla.

El repaso por las viejas prendas albiazules tuvo momentos cumbres. Cristian Pino y José “el Cachi” Zelaya se llevaron el aplauso y el recuerdo de la final del ’98 ganada a Belgrano: “Vos nunca podrás olvidarte de aquella tarde en el Chateau...”. También Gustavo Lillo y Julián Maidana, por la Copa Conmebol. El plantel actual, que marcha primero y genera ilusión, también recibió su mimo. Gonzalo Klusener saludó y la parcialidad le agradeció por los goles, pero le pidió un esfuercito más. “Volveremos otra vez...”, gritó al cielo en forma de promesa la hinchada del Matador, al tiempo que silenció los potentes equipos del DJ Martín Huergo.

“Se nos tiene que dar”, coincidieron Rodrigo Escribano y Agustín Díaz. Desde el club de Barrio Jardín, saben que el masivo apoyo responde a una lógica que no entiende de razones, pero sí de sueños y deseos, y el corazón albiazul hoy late por un sólo motivo: el ascenso.