Perdió al final. En el segundo tiempo no tuvo la profundidad ni las llegadas del inicio. El Albiazul fue timorato y terminó perdiendo ante San Martín de Tucumán.

El primer tiempo en la Ciudadela fue apenas mediocre. La misión del local era progresar a través de Rubén Molina, pero el ex-Racing eligió terminar cada una de sus proyecciones con centros que siempre fueron despejados por Nicolás Trulls y Jesús Nievas. Al juego de San Martín le faltó evolución por las bandas. Además, Luis Vega y Rodrigo Malbernat entraron poco en escena.

Eso le permitió a Rodrigo Cháves y a Gastón Bottino llegar al área. Talleres eligió la banda izquierda para atacar. La pelota partía de Nery Leyes, continuaba en Franco Olego y terminaba en una contra o habilitación para Gonzalo Klusener.

Talleres se paró en posición contragolpeadora y generó las dos situaciones más claras del primer tiempo. A los 22 minutos de juego, Klusener aprovechó un yerro de Gonzalo Cáceres y se fue contra Juan Carrera, quien resolvió el mano a mano con una gran reacción.

La segunda fue a los 41 minutos: Leyes cedió para Bottino y su centro fue calzado por Cháves con un tirazo que dio en el travesaño. San Martín de Tucumán había tenido un cabezazo de Lucas Bustos que salió cerca de un palo del arco de Diego Aguiar.

Se quedó. San Martín arrancó con más ambición que Talleres. Intentó acercarse más y convirtió a Luis Vega como principal asistidor de Gustavo Balvorin y de Gustavo Ibáñez. Pero cuando lograba sentar supremacía en el partido, el Santo debió frenarse porque su hinchada comenzó a arrojar serpentinas en el arco del equipo.

Luego de esa interrupción de cinco minutos, el encuentro volvió a ingresar en el tono de monotonía del primer parcial. Pero en ese contexto, San Martín de Tucumán fue el que continuó teniendo más ambición.

Así a los 24 minutos del complemento el juez Alejandro Arco, de mal desempeño, le anuló el gol a Lucas Bustos, porque su cabezazo había sido en fuera de juego. Luego, expulsó a Balvorin, quien le protestó una jugada. Su asistente le indicó que ya no era válida y Arco dejó en la cancha al delantero que sería decisivo.

A los 38 minutos, Aguiar le sacó el gol a Ibáñez y Talleres sin salir de su actitud conformista y timorata, comenzó a sufrir más de lo debido. Llegó así el minuto 52: final y fatal. Molina capturó una pelota frente al área, cedió para Balvorín, quien terminó venciendo a Aguiar. Esa jugada le dio el triunfo al Santo tucumano.

Fue una vitoria merecida porque fue el premio al que más buscó en un partido que deparó escasas emociones y por momentos se sufrió como un bodrio. Fue el castigo para Talleres por su escasa ambición, por no haber tomado los riesgos de los que habla el propio Sialle. Como en otras tantas tardes, en la que sí lo hizo y se retiró feliz.