El abrazo entre ambos fue fraternal. Es que Diego Aguiar, ya con un parque en el ojo izquierdo y acusando mareos, tuvo que dejar el arco de Talleres, tras tapar un mano a mano a Sebastián Vezzani. Pero el infortunio quiso que rozara una parte del botín en la cara, afectando la visión del golero, que a raíz de una inflamación, se vio obligado a abandonar el terreno de juego. Fue Leandro Requena quien ocupó esa vacante.

Requena terminó atajando los últimos 20 partidos de Talleres en la temporada pasada, y otra vez quedó relegado entre los sustitutos. Sin embargo, el aliento del público fue para ambos: aplausos para Aguiar cuando salía, y ovación para el oriundo de Malagueño: “Requeeeena, Requeeena”, entonó la tribuna, en señal de aliento. Tapó dos pelotas importantísimas que hubieran significado la derrota. “Uno entra porque está siempre a disposición del equipo, del grupo, y por suerte me tocó responder. Esto es una sana competencia. Acá todos estamos para colaborar. Ahora me voy al vestuario a ver como está mi compañero, ojalá esté bien”, contó Requena. “Le estoy agradecido a la gente por su cariño -se metió Aguiar en la conversación-. Creo que teníamos para ganarlo. Me tocó atajar una pelota importante. No había empezado bien en Talleres, por eso me sorprendió y me estimula mucho ese aliento”.