Riaño y Sáez. Los llaneros solitarios de Talleres nunca bajaron los brazos y cuando el partido parecía reservarle la última alegría de la noche a Alumni, uno de ellos le dio el triunfo al equipo albiazul.

“Así va a ser difícil”. Esa frase patentada por Arnaldo Sialle, en varios partidos de su Talleres, iba camino a repetirse anoche. Casi que el DT ya había comenzado a ensayar los sinónimos del caso cuando Leyes surgió desde el fondo, como el propio equipo, para quitar la pelota y mandarse al ataque con la suficiente determinación para que su último pase dejara a Riaño listo para lograr ese 2-1 salvador.

Paradójicamente, Talleres lograba la claridad en el peor momento, en el peor escenario. Alumni ya tenía sus credenciales listas para acceder el triunfo. Había logrado el 1-1 con un golazo de Manicero, gracias a un foul que había dejado al rival con 10 jugadores por expulsión de Trulls.

Además, Talleres lo esperaba sólo impulsado por Francés, por la tremenda voluntad de Leyes y los llaneros solitarios Sáez y Riaño. Y así, con el 2-1 perpetrado ante el último, entonces Sialle pudo cambiar el “así va a ser difícil” por un esperanzador “no todo está perdido”.

Talleres sabe que necesita ser protagonista y pretende jugar como tal. Pero ayer durante varios pasajes careció de aptitud y actitud. Fue a buscar desde el inicio a Alumni en su campo. En los primeros minutos todo salió a pedir de boca porque Leyes recuperó fácil y Azcurra fue sorpresa por derecha. Ahí llegó el cabezazo de Sáez que forzó la estirada de Hernández. Fue un ratito.

Alumni tapó a los enganches albiazules, Zanabria administró el juego e increíblemente Talleres le dio libertades a Ezequiel Lázaro. Sobre todo, la línea de tres a la dupla Marcos Godoy-Víctor Rena. Los grandotes recibían y tenían tiempo para esperar la llegada de los volantes. Aimar, en la mejor jugada, la tiró arriba cara a cara con Requena.

Talleres quedó partido y su fondo muy expuesto. Al perder rápido la pelota, Precone, Rezzónico y Trulls quedaron mano a mano varias veces, y ganaron y perdieron. En ofensiva, la esperanza era que germinara el primer pase de Leyes o que desde el fondo albiazul llegara un pelotazo preciso para Sáez o Riaño. Los goles que salvaron a Talleres y la mención de su origen indican que hubo más voluntad que juego. Quizá el ingreso de Francés fue el efecto táctico que necesitaba la “T”.

La victoria templará ánimos y servirá para mejorar en paz. Recién después podrá soñar. Que sirva.