Ballestero y Olivera. El defensor, ex Cipolletti de Río Negro, y el delantero, con pasado en Racing de Nueva Italia, confían en poder clasificar a la “T” y luchar por el ansiado retorno a la B Nacional.

Los trajo la emergencia de clasificar, de ascender. Como a tantos. Sin embargo, Alexis Olivera y Nicolás Ballestero se ilusionan con que el sueño, de una vez por todas, se haga realidad. Y así quedar en la historia de Talleres.

Por lo pronto, ya se diferenciaron en el hecho de que llegaron un día después que comenzó a trabajar el plantel, apenitas pasada Navidad. Con tiempo suficiente para aclimatarse al nuevo plantel y largar con todo la pretemporada en San Jorge.

Arnaldo Sialle, el DT albiazul, y la necesidad de reforzar al equipo, hicieron que tanto Olivera como Ballestero se convirtieran en protagonistas del mundo Talleres y dejaran de tener una referencia no muy agradable para los hinchas.

Olivera fue aquel artillero que tuvo Racing de Nueva Italia, una noche que a Talleres le ganó sobre la hora 2-1 y él hizo un gol. Ballestero, en tanto, fue partícipe, como volante central, del famoso 5-1 de Brown de Madryn a la “T”, en el nonagonal final de la temporada anterior.

Alexis, el goleador. Olivera (28 años) viene del Manta de Ecuador, donde no tuvo continuidad. “Ya me querían desde que me fui al exterior. Se dio. El desafío es grande. Jugar en Talleres ya lo es. Siempre luchás por algo. Lo primordial es clasificar. Después quizá cambie la cosa. Como para buscar el ascenso”, comentó.

“Hice cinco goles y jugué 18 partidos, varios de suplente. No me fue muy bien. No jugué tanto como esperaba”, contó Olivera, quien convirtió 13 goles en Racing, antes de irse al Manta.

“Sé que Sialle buscaba un tipo de área. Pero yo digo que hay que generar para uno o para otro compañero, más allá de hacer goles. Y hay que ganar. Es urgente, y lo sé. Pero no hay que enloquecerse”, cerró Olivera.

Nicolás, el defensor. “Ballestero es mi apellido. No hay una ‘s’ final”, aclara el bahiense antes de hablar de las sensaciones que ya vivió en Talleres. “Es increíble. No te hacen faltar nada, sólo hay que pensar en jugar”, dijo “Nico”.

“Hay que tener mucha actitud para jugar este torneo. Trabajando, de a poco vamos a revertir las cosas. Es un desafío importante, pero no una presión. Presión es otra cosa, como un problema de salud”, señaló.

Ballestero (28 años) viene de Cipolletti (jugó siete partidos y rescindió al irse el DT Lorenzo Frutos). De Río Negro recordó una anécdota increíble: “La cancha de Cipolletti estaba muy mala. Por eso fuimos locales en Unión Progresista de Allen. pero el campo no tiene los regadores bajo tierra. En un partido con Unión de Mar del Plata, no pude esquivar a un regador y me esguince el tobillo”.

Lo mejor le pasó en Brown, donde logró el ascenso a la B Nacional. Luego pasó a Juventud Unida de San Luis, ya que su pase fue adquirido por Carlos Ahumada, ex gerenciador albiazul y quien estaba a cargo del club puntano. Igualmente, en la negociación con la “T” el jugador se manejó por su cuenta y autorizó a su representante Rómulo Severini. “Espero que se dé todo para que Talleres se levante. Conozco bastante a Sialle”, cerró el defensor que surgió de Liniers de Bahía Blanca.

A puro trabajo. Con una exigente rutina física, el plantel de Talleres, integrado por 28 futbolistas, cumplió ayer su tercera jornada de trabajo en la localidad santafesina de San Jorge.

El primer ensayo. El equipo de barrio Jardín jugará su primer amistoso de pretemporada mañana a partir de las 17. Su rival será el anfitrión Atlético San Jorge, que milita en el Torneo Argentino B y que llegó al receso en el quinto lugar de la Zona 5, a cinco puntos de El Linqueño, que es el líder. La revancha será el próximo martes.