El repaso de sus 98 años de vida ponen a Talleres de Córdoba en un sitio especial dentro de la historia del fútbol argentino. Pero ese pasado y su condición de club grande del interior del país no se parecen demasiado a la cruda realidad actual, que lo muestra peleando por salir de una profunda crisis institucional y deportiva.

Una cosa fue de la mano con la otra. A fines de 2004, producto de problemas que se acentuaron inexorablemente, la Justicia decretó la quiebra de Talleres, y la situación derivó en la caída deportiva propia de un panorama en el que los desaciertos de todo tipo le pasaron una dolorosa factura. Ese año el equipo cordobés bajó a la B Nacional al perder en la promoción frente a Argentinos Juniors, pero el impacto no fue pasajero, ni sirvió para reaccionar, barajar y dar de nuevo. Al contrario. La decadencia se extendió y la “T” también resignó posteriormente su sitio en la segunda categoría de nuestro fútbol, pasando a militar en el difícil Torneo Argentino A, donde ya lleva dos temporadas y media.

Etapas inolvidables


Atrás quedaron etapas inolvidables, como la irrupción en el fútbol mayor. Eran las épocas de Amadeo Nuccetelli, bajo cuya presidencia Talleres contrató a entrenadores de prestigio (Angel Labruna, Adolfo Pedernera, Rubén Bravo) y estuvo muy cerca de conseguir un título en la máxima categoría. El 25 de enero de 1978, luego de ir ganándose un espacio en la elite y de exhibir la calidad de jugadores que ese mismo año integrarían el plantel de la Argentina campeona del mundo (Luis Galván, José Daniel Valencia, Miguel Angel Oviedo), los cordobeses tuvieron el título servido en bandeja. Independiente, con tres hombres menos y de la mano de Bochini, no quiso que la gloria en la final del Campeonato Nacional se pintara de azul y blanco.

Sin embargo, ni siquiera una decepción tan grande ocultó el crecimiento. Por entonces, en la dorada década del 70, Talleres ya había demostrado su arrastre y su ambición. Los estadios de Primera se poblaban de hinchas que acompañaban al equipo y los resultados positivos completaban un escenario en el que no faltaron giras al exterior, hasta que la famosa resolución 1.309 adoptada en 1980 por la AFA le posibilitó a Talleres comenzar a competir en los campeonatos Metropolitano, convirtiéndose en uno más de los protagonistas del fútbol grande.

En los tiempos siguientes hubo altibajos y sólo la obtención de la Copa Conmebol, en 1999, provocó la alegría y el orgullo de los simpatizantes albiazules. El declive, primero imperceptible y después imparable, fue sumando inconvenientes en el plano institucional y en el deportivo. Y hoy, mientras su eterno rival de la provincia -Belgrano- volvió a Primera División bajando nada menos que a River, Talleres trata de resurgir desde el Argentino A. Los momentos felices son un recuerdo lejano. Ahora la misión de quienes lo conducen pasa por despertar al gigante del interior... y por gambetear las dificultades que se cruzan por su camino.