El equipo de Sialle jugó bien, pero no pudo ganar y sigue lejos de la clasificación.

El fútbol es así. No hay vuelta que darle. La vida de los números en los torneos hacen su partido. Y zanjan los límites entre la belleza del juego y sus utilidades. Talleres empató anoche ante Sportivo Belgrano en San Francisco 1-1 y sumó un punto, que es poco, pero que peor hubiera sido la nada misma.

Necesita ganar, es cierto, pero bueno, no es para despreciar un sorbo más de agua tras tanto recorrido en un desierto pesado, denso y urticante para lo desandado hasta el momento. Hay miradas optimistas, igual.

Por eso en Talleres, aunque no enamore en su juego, aunque no sea un equipo que deslumbre, aunque sea un plantel al que siempre le falte cinco para el peso en lo desarrollado hasta el momento, es para pensar que al menos está comenzando a ganar esa pulseada fundamental: la de no perder.

Talleres entró en una racha y esas circunstancias terminan siendo determinantes para consolidar también los rendimientos.

No es cuestión sólo de quedarse en el desarrollo del juego, en los merecimientos. Porque en este costado de análisis hay que pensar que la T mereció ganar. O al menos mereció un poquito más que su rival. Pensar en que un tiro que reventó el travesaño de Barucco, tras una bomba de Emiliano Gianunzio en los últimos minutos del partido, o esa que un rato antes había picado Claudio Riaño sobre el 1 de Sportivo y que un compañero la salvó en la línea, hubieran sido sin duda una incidente jugada para un cierre de bandera verde.

Pero también se puede pensar en ese penal de Guillermo Cosaro en el último minuto. ¡Sí, en el último minuto! Y que todo ese castillo pudiera desmoronarse con un soplido y que tuvo en las manos de Michael Etulain al hombre acreditado como héroe, también podría haber sido el peor final.

No es mucho, no es poco. ¿Entonces? Sí, está bien, puede que huela a ni chicha ni limonada, pero en ese sube y baja de merecimientos, de situaciones realmente extremas, Talleres al menos rescató un punto en el este cordobés y prolongó a cuatro los partidos que no conoce la derrota. ¿Demasiada lectura de vaso medio lleno? Bueno, ahí tercia otra compulsa. Porque necesita ganar. Ganar. Ganar, claro. Y la T empató. Todo puede tener con todo. Ahora está también a tres unidades del último que está clasificando (Racing) y no tiene presiones en su nuca. Simplemente porque Unión de Sunchales y Alumni los dos que están muy afuera de las posibilidades están ni más ni menos que a seis unidades. Si la T se mete en zona de clasificación tendrá que lidiar demasiado hacia el cierre del torneo porque no consiguió un colchón que le genere un margen de respiro para poder encarar lo que viene con menos condicionamientos.

Habemus racha. Desde que se fue José María Bianco (vaya paradoja) que el Albiazul no conoce la derrota. Encadenó un empate de visitante (con Tiro y Chazarreta de interino), un triunfo (de visitante ante Libertad 2-1 ya con Sialle como DT) y ahora dos empates (el de anoche y el anterior 1-1, con San Martín de Tucumán). Al menos entró en racha. Y eso puede notarse en el balance final de la fase regular, si es que sigue por este camino. Una racha es una racha. Y se sabe, se necesita más. Está claro.