Categórico. El Matador goleó anoche 4-1 a Juniors por la 2ª Fase de la Copa Argentina. Unas 11 mil personas estuvieron en la Boutique.

Talleres tiene una herida que no cicatriza. El Argentino A es un tajo profundo y todos lo saben. Pero nadie quiere rendirse. Cada domingo es una revancha, un poco de alcohol para calmar el dolor. Y la Copa Argentina bien puede servirle para engordar sus esperanzas. Ahí estuvo la T, decidida a demostrar su rótulo copero. Sí, la Conmebol, Libertadores o Sudamericana, aquellos ¿buenos tiempos?, aparecieron anoche. No porque este torneo pueda compararse, pero quizá sea una soga más para sostenerse y seguir creyendo. El primer examen fue Juniors, al que venció con un 4-1 inapelable.

Talleres no le dio tiempo al Poeta. Iban seis minutos de iniciado el juego y se produjo la explosión. Ramiro Pereyra se filtró a puro talento por la izquierda. Metió un centro atrás, el Tin Díaz estrelló su remate en el palo y en el rebote estaba el pibe Carabajal, quien la empujó para el 1-0 tranquilizador que también significó su primer grito en la Primera. Con la ventaja, la tranquilidad fue de la T. Con Pereyra encendido, más Strada aprovechando las grietas que dejaban en el retroceso Vaccari y el Gomito Gómez, el local pudo aumentar la diferencia. Lo tuvo Riaño pero su disparo se fue apenas arriba, Más tarde, Tin Díaz definió débil.

¿Y Juniors qué? Poco. Apenas la movilidad de Rolón y Gaviglio para desequilibrar arriba. Pero, la defensa albiazul se notó suficiente para cubrir y salir.

A los 25, otra vez Talleres tocó el timbre del segundo. El pibe Carabajal, de andar distintivo y aplomado, metió una bocha hermosa para Riaño que volvió a estar ahí de llegar al gol. A esa altura, Erroz le daba equilibrio al medio campo y el Albo chocaba una y otra vez con su impericia para sorprender.

Hasta que la visita entendió que por el sector de Cosaro, acostumbrado a pasar el ataque, podía complicar. No pudo Arlotta que definió cruzado en la más clara para los dirigidos por Enrique. Y el primer tiempo dejó arriba a la T por su determinación para lastimar.

Al que madruga. Dos minutos. Fue el tiempo suficiente que necesitó Talleres para quebrar el partido. Un jugadón del pibe Carabajal terminó en un centro a la medida. ¿Quién la empujó? Strada. Sí, el hombre goleador. Román puso la cabeza para cambiarle el palo a Piris. 2-0 y locura en la Boutique.

Y a los 8 vino el golpe demoledor. Otra vez Carabajal, imparable en velocidad, habilitó a Riaño. Fue el 3-0 que le bajó la persiana al juego. Sin embargo, al minuto Rolón clavó un golazo con un remate esquinado. Lo que siguió después fue más de lo mismo. La T dueña de la pelota. Hasta que, a los 38, Pérez cerró una jugada muy bonita para el 4-1 definitorio.

La noche se encontró con Talleres, El señor de las Copas. Barrio Jardín experimentó la nostalgia al recordar aquellos años felices y pensó en la Copa Argentina. No cicatrizará la herida del Argentino, pero al menos la calmará unas horas. Se trata de seguir creyendo.