Emoción. Willington no para de recibir alegrías. Ayer se jugó “su copa” y fue ovacionado. Una noche inolvidable para el ídolo.

Algunas lágrimas se asomaron por sus ojos. El dueño de la noche fue Daniel Willington. Desde que llegó al estadio Mario Kempes, no paró de saludar a los hinchas de Talleres que lo tienen como ídolo y a los de Vélez que también lo aman. Cuando entró al campo de juego, los cuatro costados aplaudieron de pie a ese número 10 que llenó de fútbol a los fanas de las dos camisetas que se enfrentaban anoche en una copa en un estadio con una tribuna que llevan su nombre y apellido: “Primero una tribuna y después esta copa. Es un gran honor para mí sentir que los dos equipos de mis amores me hagan este homenaje”. Antes de que Willington, con su virtuoso pie derecho dé el puntapie inicial y bendiga la pelota con la que iban a jugar, posó con los capitantes y con la terna arbitral encabezada por Javier Collado, que vivía una noche especial por su despedida de las canchas, recibió plaquetas de las dos instituciones de parte de Rodrigo Escribano y Hugo Bertinetti, representando a los dirigentes de la T y también de Fernando Raffaini, el presidente velezano que lo abrazó como si festejara un nuevo título con su club. “Esto es como cuando vas a ser papá. Uno siente esa alegría de las cosas que no te esperás. Además siento nostalgia, era algo que no me pasaba hace bastante y es muy lindo todo esto”, confesó. Y el Loco encaró a los técnicos. A Ricardo Gareca le levantó los brazos y la gente respondió con otra ovación porque, a pesar de la mala campaña del Tigre en su último paso, la gente lo sigue queriendo. Así, el Daniel también fue hasta el banco de Talleres a estrecharse en un abrazo con José María Bianco, el DT albiazul. “Somos muy compañeros con Ricardo y al Chaucha fui a desearle suerte porque quiero que a Talleres le vaya bien. Ojalá que se le dé a este cuerpo técnico”, concluyó.

Collado, gracias. El juez salió de la cancha cinco minutos antes y fue ovacionado. Llanto del Negro.