Adiós a Coleoni. El entrenador se mostró abatido por la decisión del Comité Deportivo que ya busca su sucesor. A las 9 saluda al plantel y se va.

Besaba la lona como un boxeador recién noqueado. No veía pajaritos por el aire. Más bien, se le nublaba la vista por un golpe tan certero e inesperado. Es que Gustavo Coleoni se había quedado con una sensación diferente a lo que el resultado final le arrojó. Claro, meses atrás le habían susurrado al oído que era una especie de salvación tras la salida de Arzubialde. La pancarta está en color blanco y negro ahora. Es que es un recuerdo vago de un resplandor que se opacó con rapidez. “Bienvenido a tu casa Sapito”, decía el nylon pintado con aerosol. Coleoni arribaba al sueño más grande que le había tocado en su carrera. Pero esa imagen ya se le desdibujaba ayer en la cabeza. Había sido el paso efímero de estar sentado en el banquito de una gloria que nunca fue. “La verdad que tenía la esperanza de continuar”, comentó el entrenador que fue cesanteado.

Le fue inesperado. No esperaba una decisión de este tipo, pero al Sapito le jugaron en contra los resultados y la falta de convencimiento definitivo del Comité Deportivo que le dio banca sólo por medio de Víctor Binello. Igualmente, con mucho respeto, hubo una charla amena que terminó contrariada. Apesadumbrado. Un poco caliente. Quizás abatido. Así estuvo el técnico que hoy se despedirá a las 9 de la mañana en Bº Jardín frente a los jugadores. “Me hubiera gustado tener una chance para armar mi propio equipo porque tenía todo pensado para poder continuar. La verdad que las charlas que habíamos tenido me habían dado esperanzas, pero bueno ya está”, se explayó un poco más el DT.

No en vano aprovechó para agradecer y saludar a quienes le dieron la confianza para asumir el compromiso de dirigir al equipo de sus amores. “Tengo que agradecer a la Comisión de Talleres, a Escribano que fue el que estuvo más cerca, sobre todo en los momentos más complicados. Me voy del club con una sensación amarga, con un sinsabor que no se me irá por mucho tiempo”, recalcó el DT.

Además, el técnico no dejó de reconocer el apoyo de los hinchas.

“Quiero agradecerle a la hinchada y la chance que me dieron de dirigir al más grande. Me queda la sensación agridulce por todo lo que entregué y por no poder armar mi propio proyecto con mi idea y mi identidad. Tuve la oportunidad pero no pudimos terminar de aprovecharla bien”, concluyó. Hoy por la mañana se meterá en el vestuario, saludará, buscará sus últimas pertenencias y se irá. Dejará su casa. La revancha es una palabra que se le meterá en las entrañas una vez más. Pero deberá esperar otra vez.