El ex DT de Talleres, responsable de armar al plantel de la temporada, justifica su gestión y asume errores también. “Se necesita otro perfil, uno trabajador y más humilde”, agregó.

Se había llamado a un silencio prudencial. Es que una de sus últimas declaraciones lo pusieron en jaque, cuando en el mundo Talleres las amenazas de catástrofe eran (son) permanentes. Héctor Arzubialde, entrenador responsable de armar al plantel que acaba de quedar eliminado en el Argentino A, y quien fuera despedido cuando el equipo marchaba puntero de la zona, a un paso de la clasificación. Y dio sus argumentos a PODIO, un balance de su campaña y de la temporada albiazul. “Me duele mucho este final para el equipo. El plantel estaba en condiciones de pelear un ascenso, sin duda. Lamento que no me hayan dejado terminar mi proceso, no era el momento para tomar decisiones. Yo hablo únicamente de los ocho meses que trabajé en el club, de lo demás, no puedo opinar. Talleres es para seguirlo día a día”, confesó.

- Usted es despedido siendo puntero, y los justificativos eran para cambiar la racha...
- Algunos pensaron que el equipo nunca se había terminado de delinear, que el funcionamiento no era bueno, pero si estábamos punteros, en 22 partidos, jugando mal, entonces, ¿qué les queda a los otros equipos? Talleres es mucha presión y cada paso en falso, hace encender una alarma. Creo que se necesita otro perfil de trabajo, y más humildad. Un jugador, un hincha, un periodista puede ser apasionado, pero si los que toman decisiones no se sacan esa investidura, se genera un clima que termina siendo contraproducente. Y eso fue lo que pasó...

- La palabra “humildad” es algo que no siempre figura en Talleres...
- Voy a ser directo: hubo errores de todos los sectores. Nosotros sabíamos que este torneo era complicado, cada partido es una final, y a Talleres todos les juegan a muerte. Creo que la prensa también subestimó al torneo, a los rivales, porque daban a entender que este campeonato lo ganaba fácil Talleres Y lo exigían. No es una categoría accesible. Hicimos un esfuerzo grande de trabajo, no me reprocho nada. Voy a quedar en la historia del club como el DT que fue despedido estando puntero. Ganamos la Copa de Invierno. Lo daban por hecho. Si no la hubiéramos ganado, nos «mataban».

- ¿En que falló usted?
- Tuve equivocaciones algunos partidos, en lo táctico, pero me parece que me fui de boca. Talleres es presión permanente, y supimos sobrellevar nuestro perfil en seis meses. Los últimos dos meses no se pudo, la prensa también hizo análisis malintencionados a mi entender, que en cada derrota me criticaban sin piedad. Me terminó de sepultar mi vaticinio de que le íbamos a ganar a Racing, pero no lo hice para subestimar al rival, sino para motivar a mis jugadores. Hubo un malentendido. Yo tengo autocrítica.

- ¿En que falló Talleres?
- El plantel estaba preparado para luchar el ascenso. Hubo jugadores que no recuperaron el nivel y el ánimo. Lo perjudicó el cambio de escenario: en el Estadio Kempes nos iba bien, y en barrio Jardín la historia fue otra, los mismos jugadores se sentían más cómodos en el mundialista, y los rivales, a la inversa. Y castigó demasiado la campaña de visitante. A mi criterio Talleres necesita otro perfil, uno trabajador y más humilde.

Me achacaron que no lo ponía a Navarro, pero al jugar con línea de tres, al equilibrio lo aportaban Gianunzio y Monay. En mi proceso, se sintió lo de Cejas y Pereyra. Después sin duda lo que más impactó fue la salida de Rezzónico. Es un pilar”.