Sumó un punto. La “T” comenzó a jugar el nonagonal con una igualdad en cero en Sunchales. Ahora tendrá fecha libre y luego recibirá a Sportivo.

El Argentino A propone el choque de planetas, el fútbol de sus protagonistas y la impronta de los jueces. Sitúa a uno por encima del otro o los iguala. Tal como ocurrió el domingo en Sunchales. El Mundo Talleres, el del presupuesto millonario y el de los jugadores de cartel, fue tanto como el de Unión y su austeridad, en función del cero al que llegaron.

Ambos planetas estuvieron en la misma órbita, pero fue Talleres el que terminó reclamando haber estado más cerca de abandonarla. “No estuvimos finitos. Pero me conformo con haber llegado mejor. No quiero pecar de vanidoso, pero merecimos ganar. Cumplimos algunos objetivos de juego. Otros no. Pero hay que estar tranquilos. Lo que no hay que hacer es perder. Lo que no hay que hacer en este ‘mundial’ es perder”, dijo Gustavo Coleoni, el DT de Talleres, a punto de subirse al ómnibus.

Las palabras del “Sapo” intentaron bajarle los decibeles a un resultado que no alcanzará a moderar la ansiedad que habrá por el parate de dos semanas ya que Talleres quedará libre y retornará al reducido ante Sportivo Belgrano, en la Boutique, ya por la tercera fecha. Días en los que “el Sapo” podría disponer de algunas variantes y darle otro perfil al equipo como ocurrió con el ingreso de Fabio Álvarez, Adrián Aranda y Sebastián Navarro.

El Mundo Unión estaba en otra historia. “Vieron cordobeses: la fiesta era y es acá. No se confundan. Mirá si nos íbamos a perder esto. No hay recaudación que valga”, gritaban varios plateístas cuando advertían a los medios mediterráneos. Fueron expresiones que forman parte del apego a un estadio que lució lleno con cuatro mil personas y del que Unión no quiso salir. Una novela que se desarrolló en la semana con la propuesta de Talleres de mudar el partido a Rafaela donde se calculaba que irían 9.000 hinchas contra los 1.750 que hubo ayer.

De la fiesta al empate. El público albiazul llegó temprano a la ciudad. El camping de Unión fue el campamento elegido en el que hubo cientos de asados. Con entradas o sin ellos, los simpatizantes se lanzaron a Sunchales para acompañar al equipo. Entre ellos, filiales de Villa María, Bell Ville y de los barrios capitalinos. Una ceremonia inalterable que va mas allá de todo es casi una terapia. Otros optaron por ir los restaurantes de la ciudad. Luego, se ubicaron en la tribuna lateral y en una cabecera.

Las fuentes de inspiración de Talleres y Unión son distintas y eso se notó en la cancha. Los disparadores albiazules fueron los de siempre: la urgencia por el ascenso en cada pelota. No pudo manejarla en el primer tiempo y casi le agarró la mano en el complemento, cuando el DT Coleoni movió las piezas y convirtió en figura a Núñez.

Unión respetó a Talleres, le puso una marca personal a Zárate y se paró de contragolpe. Su termómetro fue Triverio, hábil para encontrar los espacios y gravitar en el área. Crivelli fue el freno para un delantero interesantísimo.

La reflexión final es para el juez salteño Gustavo Fabián. En el reino de las sospechas, el árbitro se equivocó para ambos (anuló un gol para cada equipo). Benefició a la “T” en dos jugadas de roja directa (Pieters y Ruiz anularon jugadas en las que el delantero rival iba rumbo al arco) y después no cobró un penal de Fler. “Es un buen árbitro. Uno de sus asistentes dirige en Primera y otro tiene años en este torneo”, cerró Rubén Forestello, el entrenador local.

Sunchales ya es historia en el derrotero albiazul. Sólo si se asciende, se sabrá si el punto habrá sido de los buenos.