El empate dejó un ambiente más que “calentito” en Talleres, y no sólo por culpa de las elevadas temperaturas. Hubo insultos hacia los futbolistas, reclamos airados contra el árbitro, y entredichos entre ambos equipos.

Iban cuatro minutos de descuento, cuando el árbitro Silvio Trucco sancionó una falta que despertó la bronca de todos los presentes, tanto en las tribunas como en el campo de juego. Sin embargo, el pico máximo de ebullición se suscitó a continuación, cuando Matías Garrido estampó el empate con un remate al ángulo, con un exquisito tiro libre. No hubo lugar para más en el césped, pero en las tribunas y el vestuario, la ira hizo su aparición. Y eso que Talleres sigue puntero.

Es que los futbolistas de Desamparados fueron a festejar el gol al córner, y muchos de ellos le hicieron gestos obscenos al público local. Y entre los suplentes, los sanjuaninos le dedicaron el tanto al banco albiazul. Por eso, el final estuvo al borde del escándalo.

Pero lo peor ocurrió camino al vestuario. La intolerancia volvió a renacer, como en la 3ª fecha, en el triunfo ante Juventud Unida de San Luis. Los hinchas, encolerizados por el festejo que se escapó, empezaron a insultar y a arrojar proyectiles contra los jugadores de Talleres. Ese episodio provocó la reacción del defensor Walter Ribonetto, quien no se bancó las agresiones y se acercó hasta el alambrado que separa las plateas para responder. Como saldo, fue necesaria la intervención de facultativos médicos para estabilizar a un hombre en la platea baja, quien sufrió una crisis nerviosa y un posterior desmayo. Afortunadamente no pasó a mayores.

Rumbo a los camarines, se pudieron apreciar golpes al túnel, e insultos entre jugadores de ambos equipos. Desde la tribuna, la reprobación fue general, no solo contra los futbolistas, sino contra periodistas también. Botellas de agua y bolsas con comida fueron los elementos arrojados. Y eso que Talleres sigue puntero en las posiciones.

“Es producto del empate final, que desató la impotencia. Nosotros también la sentimos. Y nos duele por como se dio todo, pero no creo que sea otra cosa”, comentó Juan Pablo Rezzónico. En tanto, el arquero Federico Crivelli no titubeó a la hora de responsabilizar al juez. “Fue un desastre. No miden con la misma vara. A Talleres siempre lo perjudican en todas las canchas, y de local también, es una cosa de locos. De no creer”, expresó, con restos de sangre en la boca, producto de una falta que sufrió en el epílogo del juego.

El conjunto de barrio Jardín permanece con el liderazgo en su zona. De todas maneras, los hechos acaecidos ayer llevan una luz de alerta para otras circunstancias. Si el equipo marchando puntero recibe insultos de esa naturaleza, nadie se imagina que puede suceder con un panorama más negativo. Y el Cosedepro ya tomó cartas en el asunto.