La llegada de Juventud Unida de San Luis a Córdoba fue marcada en el almanaque por todos. El duelo entre el conjunto que ahora conduce Carlos Ahumada, ex gerenciador de Talleres, y su ex club, generó una usina de especulaciones, y no es para menos: durante muchos meses hubo un vendaval de acciones legales, que incluyeron denuncias penales, apelaciones, acusaciones de todo tipo, dejando un contexto de polvorín.

Pero no fue tal. Es que Ahumada no asistió ayer al Estadio Córdoba (su entorno dijo que se quedó en Buenos Aires) y eso le restó trascendencia al choque fuera de las tribunas. Pese a que hubo insultos en algunos pasajes, todo quedó reducido a la mínima expresión sin Ahumada en cancha.

Por parte de Ateliers, en la comitiva estuvieron presente el vicepresidente Daniel Valencia, uno de los máximos ídolos del club albiazul, y el jefe de seguridad Carlos Góngora, junto a otros directivos de Juventud Unida. “Yo vine a hacer lo mío, no me gusta provocar. Es una sensación muy rara, muy extraña, no lo voy a negar”, contó Valencia a LA MAÑANA. La “Rana” recibió en el vestuario la visita de un ex compañero en Talleres, Humberto Rafael Bravo, quien se mostró algo molesto con algunas circunstancias: “Me molestó que se dijeran cosas, y que nos quisieran poner a la gente en contra. Fue cuando hicimos esa conferencia de prensa con otros históricos del club, para que se gerencie o que se haga algo. Esas cosas me alejan de la cancha cada vez más”.

La gente trató a Valencia con cierta indiferencia: no recibió improperios ni le pidieron autógrafos como en otras ocasiones. Y cuentan de su círculo íntimo que no quiso salir a la cancha para no encontrarse con “personajes que le hicieron mucho mal”.

Insultos. Transcurrían 45 minutos del segundo tiempo, con Talleres 2-0 en el marcador, cuando desde la cabecera norte del Estadio Córdoba nació un cántico elocuente: “Ahumada, hijo de p..., la p... que te parió” y “es para vos, es para vos, Ahumada p... la p... que te parió”, en el único momento de manifestación política que hubo en la cancha. No hubo mayores expresiones, porque el partido terminó y la mayor parte de las agresiones verbales se las llevaron los jugadores de Talleres y el DT Héctor Arzubialde, por el solo hecho de no ganar por goleada. Y de Ahumada, ya nadie se volvió a acordar. Hubo más atención a la floja eficacia del equipo que a cuestiones meramente políticas.

“¿Cómo tomo los insultos hacia (Carlos) Ahumada? No sé qué decir, pero me parece que era tan aburrido lo que pasaba dentro de la cancha que quizás era más divertido insultar. Me voy preocupado por la derrota del equipo”. Daniel Valencia, vice de Ateliers