Talleres perdió anoche con Huracán, en Tres Arroyos, por 2-1 y quedó eliminado del Pentagonal del Argentino A. El equipo cordobés deberá esperar hasta el año que viene para soñar con el ascenso a la B Nacional.

Mateo Martinelli está desconsolado: “Me siento muy mal, encima me tengo que volver a Independiente Rivadavia, mi club. De verdad me gustaría seguir”. Más allá está Emanuel Céliz, dolido, apesadumbrado, casi con ganas de llorar. “Le pido disculpas a la gente, la verdad que no tengo cara para eso, pero sólo les pedimos disculpas a los hinchas”, le dice a los micrófonos. Damián Solferino es más tajante: “Yo vine a ascender a Talleres y me quedé sin nada. Me siento muy mal por esto que pasó, es un verdadero fracaso”. Son los restos del naufragio de un equipo que en la instancia decisiva no gano un sólo partido. Empató dos a duras penas y terminó cayendo en otro más. Es el barco que se reventó contra el iceberg, destrozado, y casi varado en una costa sin reparos.

Talleres perdió anoche 2-1 con Huracán en Tres Arroyos y se quedó afuera del Argentino. Ahora deberá pensar en el próximo torneo, una temporada más.

T dormiste, T madrugaron. Un suplicio. Es una cosa de locos. Una distracción en el arranque del partido le permitió a Huracán meter el 1-0 en una jugada increíble. Nada había pasado hasta los cinco minutos iniciales. Un pelotazo que pifió Ricardo Marín quedó a merced de Ceballos que le entró mordida y fue finalmente Martín Zbrun el que, mano a mano, venció a Matías Giordano. Increíblemente, la madrugada a Talleres le hizo el camino tan cuesta arriba, que el nerviosismo se evidenció en una verdadera mochila sobre las espaldas de los jugadores visitantes.

Por eso, sin un enganche claro (el DT no puso a Agustín Díaz de movida y colocó a Basualdo para que Navarro sea más el armador), los pelotazos a Aranda se desvanecieron ante el aguante de los locales. El Globito propuso un partido de igual a igual y la fórmula albiazul terminó en lo de siempre: abrir para Buffarini o para Martinelli, buscar un desborde y meter un centrito.

Ah, a los 13 el local lo tuvo de nuevo pero la T salvó casi en la línea el 0-2. ¿Desconcierto? Puede ser, quizás impotencia por falta de ideas. Recién a los 30, un bombazo de Buffarini que se fue por arriba pudo ser un grito de empate. Pero un minuto después el equipo de Swenger volvió a asustar cuando Giordano le tapó a Zbrun. Una más de Basualdo y otra que el defensor Lamolla le sacó a Martinelli fueron otras de las posibilidades. No había más, Tito Rebottaro tendría mucho para hablar con sus dirigidos.

Más cuesta arriba todavía. En el complemento, Tito Rebottaro salió a quemar las naves y puso a Damián Solferino por Basualdo. Así se armó con tres puntas la T. Pero una lesión de Aranda lo obligó a poner a Agustín Díaz por el Bati. Talleres jugaba con los nervios de sus obligaciones y fue Huracán el que le empezó a manejar el partido.

A los cinco, un remate de Valente pudo ser el segundo del local y cerca de los 12, Díaz tuvo las más clara con un remate de empate que salvó con lo justo el arquero Matinella. Sacripanti tuvo otro mano a mano a los 16. La T llegaba con su desorden, propio de las urgencias y el Globo se paraba como para contragolpear. Con vergüenza Talleres se lanzó con todo. El tiro en el travesaño de Sacripanti, a los 22, era un buen presagio, sin embargo inmediatamente fue Martín Pérez Guedes el que pareció hundir a la T. Desde el borde del área sacó un zapatazo inatajable para Giordano que vio como el 2-0 se le clavaba en un ángulo. Estaba nocaut el Albiazul, pero un minuto después Sacripanti, a los 27, devolvió algo del tenue aire. El gol del 7 levantó un poco la persiana del local. Talleres iba como podía. Nada más. Después de eso no consiguió terminar de redondear un mísero empate. Acaso la postal de su propia miseria, de su pobreza como equipo, de un plantel que no estuvo a la altura de lo pretendido, pobre, sin fuerzas y con la desazón de un club que se hunde y que deberá replantearse todo a futuro. Ese futuro comenzará recién en tres meses, un tiempo como para pensar en serio.