Un vergonzozo tumulto empañó el final del partido entre albiazules y académicos. Mirá las fotos y el video de lo que pasó.

"El Bati" Aranda ya había convertido el gol del empate para la "T" y los ánimos eran bien distintos a uno y otro lado del estadio.

Alegría y euforia entre la parcialidad albiazul y bronca y desazón entre los albicelestes. Ese era el panorama.

Los jugadores, con las pulsaciones a mil, estuvieron lejos de dar el ejemplo.

El bochorno. Fue el que se armó entre el que no supo ser feliz después de un 1-1 agónico a que suena a victoria porque se consiguió con dos jugadores, y prefirió dedicarle el triunfo al rival porque sintió que lo había “relajado”, y el que decidió responder a la provocación con agresiones para ¿vengar? lo que por propia voluntad había dejado escapar en la cancha porque un par de jugadores privilegiaron su historia personal antes que la del equipo.

Apenas terminó el juego, varios jugadores de Talleres encararon hacia el autotrol para festejar. Pero otros, a la pasada, decidieron dedicar el triunfo a los de Racing, principalmente a Artura, surgido en el semillero albiazul, porque sentían que los había relajado.

El volante reaccionó (le habrían tocado la nuca) y fue a repartir golpes contra Galíndez, Cosaro y Monay. Se sumaron Fernández, Antonio, Castillo y el directivo académico Sergio Martínez, calentitos porque además, un jugador albiazul les había gritado el 1-1.

“Me metí a la cancha porque un tipo de la Fundación Azul y Blanco me cargó y le pegó una trompada a Molina. Se metió al vestuario. Si es tan valiente que venga y nos cagamos a trompadas los dos solos”, decía Martínez. “Ingresaron a separar”, le contestaba Ernesto Salum, titular del grupo de auxilio económico del fideicomiso albiazul.

Al tiempo que la montonera avanzaba hacia el autotrol se dieron varios combates de fondo: Castillo contra Solferino y luego contra Galíndez, Antonio-Monay. La calma renació y luego llegaron los “justificativos”. Le dedicamos el triunfo porque nos estaban relajando. Artura sobre todo. Nos calentamos”, dijo Galíndez. “No le pueden pegar a Artura. Parece que porque es Talleres, no se les puede decir nada. Nos empataron, nos fueron a provocar. Entraron particulares y los jugadores nos defendimos”, contestó Molina.

El árbitro de criterio reprochable (roja a Cosaro por doble amarilla versus “vista gorda” al penalón que le hicieron a Molina y a la “mano penal” de Vangioni) sólo sacó una amarilla a Ávalos. “Menos mal que la gente no se contagió”, resumió Ricardo Marín. Que la imagen del final no sea el recuerdo más fuerte del clásico. Ojalá.