Entrevista con Agustín Díaz. El volante de la T sabe que lo único que importa es subir a la B Nacional. El 10 sueña con salir de este martirio que es para todos el Argentino A.

El fútbol tiene esas cosas extrañas que encierran secretos sin explicación. Por ejemplo, se espera que el arquero saque todas. Que si sale mal o llega tarde a un achique, el hincha ya se lo factura. Pero nadie se acuerda de que el cinco o el ocho perdieron la pelota en el medio y generaron la contra. Por eso, vaya uno a saber por qué, miramos lo que nos gusta ver.

Nadie se va a acordar del cierre del cuatro en la banda, que cortó aquel avance de peligro rival. Todos se acordarán del caño, del firulete y del centro preciso del 10 al 9.

Allí reside entonces que el hincha de Talleres se acuerde mejor de Agustín Díaz que de Juan Aballay o de Cosaro. Es que todos esperan algo distinto del 10 de la T, porque la camiseta de la historia es el karma o la bendición que le toca llevar a cuestas a Agustín. A los 21 años se calza la responsabilidad de ser el timonel de un barco de destino incierto, por más que esté claro que el horizonte se llame Primera B Nacional.Es una mañana gris en la Boutique de barrio Jardín. Bañado y fresquito se anima a tirarse otra vez al pasto de la cancha. “¡Dale fantasma! ¿Qué estás haciendo? Mirá si será payaso, ¡cualquiera!”. Esa frase le pertenece al arquero Matías Giordano, acaso el jugador más extrovertido del plantel que va al campo de juego a apurar a Agustín y a interrumpir la sesión de fotos con Día a Día.

Es que lo esperan para llevárselo en el auto de Alexis Cabrera, rumbo a su ciudad natal y de residencia: Villa Carlos Paz. “No, de allá es difícil que me vaya. Me cuesta moverme de mi ciudad. La verdad que tengo todo ahí, mi familia, mi grupo de amigos, toda mi vida”, explica Díaz mientras va saliendo de la cancha.

–¿Qué balance haces de tu año?
–Al principio no tuve muchas posibilidades. A pesar del descenso, después se me dieron las chances y las aproveché en lo personal. Pero no se pudo dar en al aspecto colectivo al final.

–¿Fue muy dura esta etapa; tomar conciencia de que están en la tercera categoría?
–Sí, fue muy duro porque uno sabe que para el hincha es doloroso. Vernos en el Argentino A, en una categoría tan baja y difícil, para la gente también lo debe ser. Es lo que nos ha tocado vivir y por algo estamos acá. Ojalá que sea bueno saber que se ha tocado fondo. Ojalá que salgan bien las cosas en lo institucional y en lo deportivo así podemos salir a flote.

–Personalmente arrancaste muy bien y después no terminaste a ese nivel.
–Arranqué mejor de lo esperado. Después se complicó porque tuve muchas marcas y me costó adaptarme a la marca personal, pero traté de hacer lo mejor para el equipo. Siempre dejé lo máximo y rescato eso de los últimos partidos.

–Hoy te toca ser a vos el 10 de Talleres. Tiene una connotación especial y, a la vez, jugando en un momento deportivo que es desesperante. ¿Cómo lo vivís?
–Sí, ése es el tema. Tener la 10 de Talleres significa muchísimo. Pero hubiera sido más lindo que sea en la B Nacional o en Primera División. Pero nos toca estar acá, me toca vestirla, gracias a Dios la gente me está bancando, los entrenadores por ahora me tratan muy bien y les estoy agradecido a ellos. Y trato de dar lo mejor para el club porque quiero poner mi granito de arena para sacarlo de acá.

–¿Antes de que comenzara el campeonato tuviste oportunidad de irte de Talleres o se te cruzó por la cabeza alejarte del club?
–No tuve chances de irme. Pero sí intenté buscar como una segunda opción, porque no veía que tenía muchas posibilidades acá. Me busqué un representante (Alejandro Kenig) que no lo tenía y empezamos a tener una segunda opción por las dudas, porque no sabíamos qué iba a pasar. Quería tener un as en la manga para no dejar pasar la oportunidad un año más. Me tocó ahora y volví a firmar así que tengo la cabeza metida cien por ciento en Talleres.

–Y pasaron muchos técnicos…
–Si, desde el 2006, sólo no estuve con Grondona en el plantel. Después estuve con todos: Saporiti, Gareca, Capitano, Insúa y siempre trabajando. Me tocó debutar el 30 de octubre de 2006 de la mano de Luis Oste con Fabián Carrizo y jugué cinco o seis partidos.

–¿Qué cambio de aquel Agustín Díaz al de hoy?
–La madurez para estar adentro de la cancha. Por ahí en ese momento era más chico, estaba con más nervios y presión y se me complicaba un poquito. Ahora estoy mucho más maduro en lo que respecta a lo profesional y en lo que respecta adentro de la cancha me siento con más responsabilidades y más compromiso para con el club y con todos mis compañeros.

–¿Cómo te llevás con el hincha?
–Estoy agradecido. La gente me ha bancado cuando no me han salido las cosas. Por ahí se escucha algún murmullo, pero es por la situación en la que estamos. Todos quieren el ascenso y no nos queda otra, no podemos errar ni un pase. No tenemos ni ese margen, así que tenemos que tener la cabeza en el campeonato y ganarlo de punta a punta.

–¿Agustín Díaz qué piensa de Agustín Díaz?
–Me falta seguir teniendo partidos. Creo que es eso porque tuve un campeonato y lo que traigo son pocos partidos. Sé que teniendo un campeonato más me voy a lograr afianzar y las cosas me van a salir mejor.

–Tu familia, tu amigos ¿cómo lo viven?
–La mayoría de mis amigos juegan y me bancan. Mi familia siempre me apoya. En lo personal estoy muy bien y espero que podamos mejorar en lo futbolístico. Estamos trabajando a full para lograr el objetivo y ojalá me salgan las cosas.

–¿Como fue la llegada de Rebottaro como técnico?
–Siempre sirve la llegada de otro técnico porque uno va aprendiendo cosas. Estamos agarrando los conceptos de él. Esperemos que cuando llegue el día del partido, en el arranque del campeonato, podamos llevar a cabo lo que pretende para nosotros.

–¿Te sentís un jugador distinto?
–Puede ser, por mis características. En eso también tienen que ver mis compañeros que me dan la pelota, que me lo hacen sentir y estoy para eso. Me comprometo para eso y trataré de hacerlo bien cada vez que tome la pelota.

–El sueño es uno solo…
–Sí, sueño con el ascenso y después con la posibilidad de llegar a jugar en primera con Talleres. Sería lo mas lindo de todo.

Pastore, el amigo que llegó a Europa. Agustín Díaz tiene una historia de mucha lucha desde abajo. Jugaba de chico en Atlético de Carlos Paz, luego lo vieron y se lo llevaron para barrio Jardín. Allí conoció y se hizo amigo de Javier Pastore quien triunfó en Huracán este año y terminó siendo transferido al Palermo de Italia donde alterna en el plantel titular y se va ganando un lugar.

Las comparaciones, en este caso, no son tan odiosas.

–Muchos ven en vos a otro Javier Pastore, ¿es mucho para seré comparados?
–Javier es amigo, el flaco es muy bueno, se lo re merece. Tiene una humildad increíble y lo admiro como jugador y como persona. Como poder podría estar en el lugar de él pero creo que él tiene innumerables condiciones, muchísimas cualidades como para jugar en la Selección y me alegro mucho por él. Seguro que nos vamos a juntar cuando venga a pasar las fiestas.