Parecía una fiesta pero fue un caos. Hinchas de la T hicieron suspender el partido por serios incidentes. Rompieron todo y el DT Saporiti denuncio que fueron “pagos”. Y fue más allá. Supuestamente, llamaron a jugadores para ir “para atrás”. Una locura.

No todo lo que brillaba era oro. Era sabido. Algunas personas lo habían advertido. “Después de este partido quiero que hablemos”, le dijo Nicolás Martínez Dalke, integrante de la Fundación Azul y Blanco a Día a Día. La gramilla verde en el Juan Gilberto Funes estaba apenas húmeda y Dalke charló con este enviado cerca de uno de los bancos de suplentes, cuando los equipos están calentando en el campo.

–¿Parece que viene mucha gente, cómo está el equipo?
–Están bien los muchachos. El equipo tiene que ganar como sea... Mirá los hinchas allá, por ahora nadie dio vueltas las banderas...

La palabras de Dalke hacian referencia a la barra de la Fiel, que en Salta, el miércoles, cuando enfrentaron a Antoniana dieron vueltas los trapos como señal de protesta por no recibir dinero para los viajes. “¿Estos tipos no saben cómo está Talleres? En la semana hablamos tranquilos”, dijo.

Talleres metió 2 mil hinchas, una locura, toda una cabecera completa que copó el estadio coqueto cerca de la comuna de La Punta. El partido era horrible en el PT, pero después, en el segundo, la T levantó como pudo, descontó y se puso 1-2 a cinco minutos del final, cuando el juez había dado el tiempo adicionado. Todo lo que había perdido Juventud Unida, la T parecía que podría conseguirlo. Pero todo se derrumbó de golpe. Fantasmas y más fantasmas. Condimentos de esos que nadie esperaba que resurgieran en la olla de una preparación que se fue espesando.

En un parate en la acción comenzó a verse cómo empezaban a caer los plasticos de las butacas sobre el arco de Giordano. Talleres perdía y podía entenderse la bronca. Pero todo se enardecía cada vez más. Rápido, los destrozos aumentaron. Los jugadores se alejaron. El DT Saporiti se acercó pidiendo que se calmaran. Pero fue peor, parecía que se había perdido una final por robo. Y era apenas un partido en el comienzo de un largo torneo. Raro. Oscuro. De fantasmas. Saporiti se sacó, se volvió loco.

Y las señas fueron elocuentes: el Sapo gesticulaba como diciendo: “A ustedes les pagaron para esto”. Se lo llevaron a la fuerza para que no siguiera. Y ya llovían piedras, más butacas, alambrados rotos. Los demás observaban una saga de lo peor de la historia de la violencia en el fútbol. Piedrazos, policías interviniendo (un efectivo fue atendido por una piedra en la cabeza). Una barbaridad. De esas que hacia mucho tiempo no se veían. Y hasta hubo invasión de campo de hinchas que saltaron y se metieron. Y más caos con la llegada de los gases. Y más policías a caballo; otros amontonados tras los escudos de acrilico. Mientras, las corridas se precipitaron y todo se fue disuadiendo. Los hinchas locales gozaron por un lado, gastaron por el otro (“hijos nuestros”) y ya hubo que irse a casa. Esto no daba para más. Lo peor estaba por venir en la vida de este Talleres impredecible.

Aquellas palabras de Martínez Dalke fueron cada vez más elocuentes y una verdad se desnudó: “Acá hubo una cama”. Entre sollozos, los muchachos de la Fundación mostraron parte de esas verdades que no querían ver aparecer. Y Saporiti le hizo frente a los fantasmas que volvieron a sobrevolar por el cielo opaco de Bº Jardín.

Señor lector, lo que usted leerá a continuación pasó ayer tras la suspensión de la derrota 2-1 con Juventud Unida tras serios incidentes protagonizados por la hinchada de la T.

Saporiti salió a hablar y disparó una denuncia elocuente, aunque aún no contundente. “Una parte de la barra (La Fiel) provocó estos incidentes con la intención de que se suspendiera el juego. Pedí que se calmaran pero era una cosa armada, premeditada. En la semana me voy a dirigir al juez. Le voy a dar detalles de lo que ha pasado en los últimos 10 dias. La sociedad cordobesa y el pueblo tallarín tienen que saber dos cosas. No quedarse callados y evitar que hundan a su Talleres”, expresó.

Y después fue con aparentes alusiones a la gerenciadora: “Tengo la información de que una persona (¿de Ateliers?) se apersonó a jugadores de Talleres. Esa persona fue a la reunión, pensando que era un tema anterior. Resulta que contra su sorpresa y la de cuatro jugadores más fue obviamente para parar el equipo de Talleres”, expresó.

Y fue más allá: “Tengo dos cosas para hacer, o irme o hacer lo que hago ahora. Lo futbolístico, lo acepto. Pero si el pueblo tallarín se deja confundir por 100 ó 200 personas... Eran 5 ó 6 los que estaban en el tema. Las conozco, sé que eran pagos. Ya lo quisieron hacer en Mendoza y lo volvieron a repetir. Hubo una persona que estaba en un palco, que compró 200 entradas y se las dio a estas personas. Y sucede que hasta que entraron esas personas las banderas estaban puestas a favor. Después dieron vuelta una parte. Yo me quedé tranquilo hasta que esa persona intentó entrar”, destacó el técnico.

“Lo que se intentó hacer con los jugadores es un hecho gravísimo... Esta gente va a seguir avanzando, a lo mejor en el Chateau no lo pueda hacer, pero fuera del Chateau le va a hacer perder todos los partidos”, agregó.

–¿Esta persona pertenece a la gestion anterior?
–No, no hablo más. Hablo con el juez y si no me siento acompañado, me voy de la institución.