Talleres venció 3-1 a Central Córdoba y sumó su tercera victoria consecutiva.

Volvió una noche, y lo esperaban 25 mil personas. Medio Chateau lleno. Casi dos Boutique. Como para dejar en claro que la decisión de volver al escenario mundialista no había sido apresurada, y que la pasión no sabe de categorías cuando se hilvanan un par de buenos resultados y la gente recupera el entusiasmo.

Un año y medio después de su última localía voluntaria en el Estadio Córdoba –el 3 de mayo de 2008, en el 0-0 con Belgrano– Talleres no defraudó semejante expectativa. El 3 a 1 a Central Córdoba de Santiago del Estero le permitió al equipo albiazul (ayer de blanco, casi sin resabios del verde esmeralda de Ahumada) sumar su tercera alegría consecutiva y, sobre todas las cosas, empezar a perfilarse como el protagonista que sus hinchas esperan después de largas temporadas con calculadora en mano.

La "T" aprovechó que la siesta santiagueña se prolongó bastante, y en la primera llegada al arco contrario se puso en ventaja con un gol de Moreira Aldana. Lo curioso fue que el paraguayo, esta vez, sólo uso la cabeza para ordenarle a su pie derecho el mejor destino para un balón que le llegó "limpito" después de una jugada con mucho tiki-tiki. Una "vaselina" de Agustín Díaz, a los 18 minutos, le bajó prematuramente la persiana a un partido que a la visita le quedó enorme, y no sólo por las dimensiones de la cancha.

Y más allá de las lagunas que casi le complican el partido, Talleres dejó en claro que hoy tiene una fisonomía muy diferente a la de aquel cúmulo de voluntades, con amontonamiento de jugadores parecidos y/o iguales, que arrancó con el pie izquierdo ante Juventud Unida Universitario de San Luis.

Tal vez le costó dar la estocada final y lo pagó con el gol de Sáez, cuando todo Central Córdoba ya había advertido que el Talón de Aquiles de su anfitrión estaba por la izquierda de la defensa. Pero al toque llegó el empujón de Gonzalo Cáceres a Moreira Aldana, la tarjeta roja para el defensor y el penal que Ignacio Anívole transformaría en el 3-1. Ese "combo" fue fulminante para los santiagueños, que anoche tuvieron el aguante de 300 hinchas que en el arranque le pusieron un toque colorido al partido y que después terminaron provocando un bochorno, tirándoles piedras y butacas a los plateístas locales. El episodio derivó en la detención de una decena de parciales visitantes y fue la nota disonante de una noche casi perfecta.

La "T" ganó, casi goleó y por momentos hasta gustó. Su público lo agradeció con aplausos y la ovación del final. Para ellos valió la pena llegarse hasta el Chateau.

En pocas palabras

Al que madruga... Talleres encontró la ventaja en su primer arribo ofensivo. Enseguida aumentó las diferencias y le hizo muy cuesta arriba el partido a su adversario.

Lo dejó vivir. A la "T" le faltó un poco más de decisión para ir a buscar el partido. Eso casi lo complica, pero lo aseguró con el penal.

Las figuras

Miguel Monay (8). El volante central de Talleres estuvo firme en la contención y se mostró criterioso a la hora de jugar, tocando casi siempre de primera y con destino seguro cada balón que pasó por él.

Agustín Díaz (7). Aún discontinuo, volvió a ser clave en la "T".

El árbitro

Rubén González (bien). El partido no lo puso ante grandes encrucijadas y dentro de todo cumplió. Le faltó severidad en algunas faltas (una de Ruiz Díaz a Agustín Díaz y otra de Solferino a Galván, ambas en el primer tiempo). En el penal no dudó cuando vio el agarrón de Cáceres a Moreira.

Cuestión técnica

Roberto Saporiti. El 4-3-1-2 le dio solvencia atrás y equilibrio en el medio campo, donde hubo variantes para progresar en ataque. Le faltó sostener la profundidad por los costados que tuvo al inicio del juego.

Carlos Ereros. Armó un 3-4-1-2 con buenas intenciones y poca eficacia.