Que Talleres haya descendido a la tercera categoría del fútbol no es algo que se dio solamente por el empate del sábado con Quilmes, donde ni ganando evitaba el Torneo Argentino “A”.

Los problemas de Talleres vienen de mucho tiempo antes, sumándose uno tras otro hasta desencadenar esto. Hoy, muchos o casi todos se acuerdan (y mal) de las supuestamente exitosas campañas con la conducción de Carlos Dossetti, en donde bajo su tutela Talleres escribió los capítulos más importantes de su historia desde aquellas finales con Independiente en 1978.

La Copa Libertadores, la Copa Mercosur, la Copa Conmebol, dos campañas brillantes en Primera División terminando en los puestos de vanguardia, técnicos onerosos y jugadores muy caros, no al amor por Talleres, sino a la billetera para no devolver absolutamente nada en la cancha también hicieron su parte, como aquellos contratos millonarios con futbolistas de otrora alto nivel.

¿O alguien se olvida de que los Serna y los Osorio, por nombrar sólo a dos, no pudieron levantar los pies en las reválidas con Argentinos Juniors? ¿O también que a la hora de poder vender, los dirigentes de entonces se despachaban con cifras astronómicas ante un eventual interesado? Basta con recordar que alguna vez Daniel Albornós, hoy DT de la Sexta de AFA albiazul, fue tasado en 4 millones de dólares.

Ni hablar de las promesas incumplidas o ilusionar falsamente a los hinchas con nombres que nunca iban a venir y de hecho nunca estuvieron cerca, como Caniggia y Valderrama.

Talleres en estos años gastó casi siempre más de lo que le ingresó, pero mientras algunos denunciaban ese desmanejo financiero, económico e institucional, el resto hizo oídos sordos.

Los problemas de Talleres, como se ve, no estuvieron solamente en la cancha. A la hora de repartir culpas caen todos y uno a uno de los que en algún momento manejaron y acompañaron a manejar (o desmanejar) el club de barrio Jardín.

¿Qué diría el gran Amadeo?, ese visionario que trabajó para engrandecer a Talleres, el hombre que luchó para sacar la barrera que separaba al fútbol metropolitano del interior, el dirigente que vio cómo en el país se habló del gran Talleres.

De más está decir que más acá en el tiempo, los Notables, los fideicomisarios, el juez, Granero y Ahumada también tienen su responsabilidad, en mayor o menor medida, como así también cuerpos técnicos que dejaron más deudas que enseñanzas y diferentes grupos de jugadores a los que el camisetón albiazul les quedó demasiado grande.

¿Conclusión? Talleres quebrado, endeudado, devastado y descendido.