Aquel encuentro fue disputado como una final, pese a que nosotros ya teníamos el pasaje asegurado en el fútbol grande. Lo queríamos ganar como sea. Y presentamos un equipo competitivo, porque en ese entonces, Talleres no tenía suplentes: todos los jugadores estaban en condiciones de ser tenidos en cuenta. No estaban todos los titulares, pero igual había mucha calidad en el plantel. El que entraba de suplente tenía el mismo nivel que el titular, y eso nos permitió llegar a los torneos Metropolitanos. Ese día jugó mejor Belgrano. Y mereció ganar. Tuvo las ocasiones más claras de gol, llegó más, pero también nosotros tuvimos nuestras oportunidades. Quiroga tuvo un buen partido, se atajó todo, fue figura.

Eran las instancias finales del certamen, y había mucha gente en la cancha. El ambiente era hermoso, estaban las dos hinchadas en la cancha, y eso es lo que más se va a extrañar. Lamentablemente la violencia nos priva de un espectáculo hermoso, y espero que sirva para tomar conciencia y aprender.

Teníamos amigos en Belgrano, no había tanta rivalidad. Nosotros pudimos ir a jugar a Buenos Aires, y a ellos les costó un poco, pero en el recuerdo me queda que formé parte de ese clásico, y que con Talleres llegamos desde el interior del país a competir con los grandes. Imborrable.