Ahumada impuso en Talleres el color de su ex club mejicano. El plantel lo adoptó de cábala y la “esmeralda” se vende como pan caliente.

El matrimonio entre Carlos Ahumada y Talleres está próximo a celebrar su primer aniversario. "Llego al club de mi infancia y de mis sueños", declamó el misterioso y polémico gerenciador apenas concretó su desembarco en barrio Jardín, enarbolando como banderas la recuperación de la identidad y del protagonismo deportivo de la "T".

A aquel primer objetivo le apuntó de lleno con la remodelación del estadio y la idea fija de ejercer la localía en la Boutique, haciendo oídos sordos a quienes lo critican por dejar entre 15 y 20 mil hinchas fuera de la cancha en cada partido. Pero la sorpresa se produjo el 15 de setiembre pasado, cuando Talleres asomó al campo de juego con una camiseta de color verde esmeralda, idéntica a la que utilizó el club León de México entre 2002 y 2005, los años en que fue manejado por el mismísimo Ahumada. Esa noche, la del angustioso y celebrado triunfo por 3-2 ante Almagro, el hombre fuerte de Ateliers SA dejó en claro que, más allá de los papeles que hoy lo vinculan a la "T", siguen intactos sus sentimientos hacia aquel viejo amor azteca.

Cabulero hasta la obsesión, el ex entrenador albiazul Humberto Grondona (en principio remiso a la imposición de Ahumada), adoptó los colores de aquel club mejicano fundado cuando Talleres ya había recorrido sus primeros 30 años de vida. Los jugadores, identificados a pleno con el primogénito del mandamás de la AFA, no se quedaron atrás. Pero lo más llamativo fue la respuesta de los hinchas, que no sólo aceptaron el cambio sino que además se lanzaron en forma masiva a buscar en los comercios la novedosa indumentaria.

Amor a la mejicana. En barrio Jardín, la "onda verde" trascendió la era de Grondona y fue heredada por Juan Amador Sánchez, quien debutó al frente del equipo en los amistosos ante Vélez y Lanús. "Si me das a elegir, prefiero la original. Pero el marketing, las cábalas y todo lo que envuelve al fútbol por ahí lleva a cambiar. Yo en eso no me meto", comentó el nuevo DT.

Por su parte, Luis Salmerón, el goleador del equipo, no ocultó su identificación con los colores tradicionales de Talleres, aunque justificó la variante impuesta por el gerenciador. "Como hincha, me gusta la azul y blanca, pero no podemos decirle a Carlos (Ahumada) que saque la verde. Además, nos fue bien con esa camiseta... y somos un plantel muy cabulero", señaló "el Pupi".

Mientras tanto, Daniel Valencia, ídolo "tallarín" y actual vicepresidente de fútbol de Ateliers SA, consideró que "no se pierde identidad" con el cambio de camiseta. "Entiendo que no a todos les va a gustar, sobre todo a los hinchas más grandes, pero no podés quedarte fuera del sistema. Sin ir más lejos, Barcelona de España juega con camisetas naranja, gris o amarillo, y no pasa nada. Lo importante es el sentimiento por el club", destacó.

Más intransigente, Francisco "Paco" Cabasés, ex directivo e intendente del club y testigo privilegiado de los últimos 60 años de la historia albiazul, se ubica como uno de los férreos opositores al cambio de look. "No lo paso, no puedo aceptarlo. La camiseta que adoramos, y a la que debemos rendirle culto, es la azul y blanca; no la verde. Lo lamentable es que se la compran a los chicos, que recién empiezan a identificarse con el club", dijo "Paco".

La nueva camiseta de Talleres divide opiniones entre los hinchas y hasta acentúa diferencias surgidas más allá del fútbol. Por caso, mientras el intendente cordobés Daniel Giacomino le hace un guiño a la verde porque "es parecida a la de Sportivo Belgrano" de su San Francisco natal, su antecesor, Luis Juez, le baja el pulgar: "será vistosa, pero Talleres es azul y blanco; no inventemos la pólvora".