En un fútbol en el que el apuro y el vértigo le van ganando a la idea del juego en sí, el partido entre Talleres e Independiente representa una ilusión. ¿Cuál es? La de ver juntos a dos jugadores cuyos talentos pueden revertir la tendencia mencionada. Se trata de Lucas Wilchez y Ariel Ortega, los jugadores "distintos" de Talleres e Independiente Rivadavia, respectivamente.

Son esos tipos que a partir de su habilidad y gambeta pueden cambiar el partido en un segundo y hacer que el mejor planteo rival quede desvirtuado o que el propio se parezca a Holanda 1974. Son especiales para romper defensas cerradas, la presión y el ahogo, que neutraliza la calidad individual que los diferencia. Ahí cuando el fútbol se transforma en un hecho físico y le otorga al equipo que corre y marca mejor la chance de ganar un partido. El gran problema es que funcionan cuando les llega la pelota y sus equipos quedan condicionados. Ortega tendrá una marca personal y a Wilchez le harán una empalizada. ¿Saldrán airosos? Habrá que pagar la entrada para saber. Vale la pena.