El DT de Talleres ofrece 100 dólares de premio a los autores de los goles de su equipo. La motivación también abarca a los arqueros, por mantener la valla en cero.

No es nuevo en el ambiente del fútbol que socios, dirigentes y hasta entrenadores ofrezcan incentivos a los futbolistas, que no están contemplados en el contrato, en busca de lograr una motivación extra. En la mayoría de los clubes, los premios por objetivos grupales, como las primas, ascensos, campeonatos y clasificaciones a torneos internacionales o reducidos, figuran expresamente en las negociaciones.

Pero también existen otras clases de incentivos, algunos muy especiales, que son privados y que muchos por su particularidad llaman la atención. En el caso de Talleres, el entrenador Humberto Grondona ofrece la suma de 100 dólares a los jugadores que marquen goles en los partidos, y el premio llega también al arquero por mantener la valla invicta.

“Es una forma sana de motivar al plantel. No me gusta dar detalles, eso queda en la intimidad, pero (Sebastián) Cobelli, (Valentín) Brasca y (Luis) Salmerón se ganaron un premio”, explicó “Grondonita” al término de la victoria ante Olimpo, 2-0, con goles del “Pupi” y de Cobelli.

De todos modos, esa costumbre ya tiene un antecedente en barrio Jardín. En 2005, cuando los “Notables” manejaron el club, ofrecían mil pesos por gol a Gustavo “Facha” Bartelt, aunque no fue necesario pagarlo, pues no marcó. Grondona tiene química con el plantel, debido a su personalidad y por haber agarrado al equipo en un momento caliente, en la reválida ante Racing. Los propios jugadores le solicitaron que se haga cargo, tras la renuncia de Angel Comizzo, y la relación crece y se fortalece con estos incentivos, que probablemente abarquen indumentaria y comidas en un futuro.

Otros casos. El más risueño de los antecedentes lo tiene el delantero de Instituto, Hernán Boyero, que en 2003 recibía 2 kilos de falda por gol, por parte de un carnicero hincha del club. En Belgrano, en la época de Carlos Ramacciotti, a los de mejor conducta en la cancha y los entrenamientos, ganaban ropas de marca, MP3, cámaras de fotos, carteras y alimentos.

En Racing, Eduardo Sosa era premiado con invitaciones a asados por cada grito. Walter Zunino obtuvo en 2005 un TV pantalla plana por marcar el primer gol de Instituto en esa temporada, ante Lanús, regalado por un dirigente, quien también ofreció premios y en dólares a Josemir Lujambio.

Y los casos siguen: el ex delantero de Talleres, Eber Fernández, tuvo un paso por el fútbol de Arabia Saudita, y allí cobraba un lingote de oro por grito. Martín Palermo, en Villarreal de España, recibía una pata de jamón. En Argentinos Juniors, Ricardo Caruso Lombardi el año pasado le regaló tres trajes de ejecutivos y un TV de 32 pulgadas, a sortear entre sus dirigidos por ganarle a Boca y a River.