Los rendimientos individuales y la propuesta colectiva dejaron preocupados a los hinchas.

El nuevo Talleres dejó muchísimo que desear: jugó mal, perdió y, lo que es peor, generó una gran preocupación colectiva por algunos rendimientos individuales y una propuesta futbolística que su gente imaginaba superior a lo que se vio ayer en el 0-2 ante Aldosivi.

De los refuerzos, el único que aprobó el examen fue Cristian Zermattén, quien trató de convertirse en el referente futbolístico que este equipo parece no tener en su planilla. El “10” albiazul la pidió, se mostró y dio un par de pases interesantes, pero está claro que nunca fue, ni será, ese jugador que es la escala obligada entre los volantes y los de arriba.

Buffarini y Quiroga no lastimaron por los costados, y esa fue otra falencia que dejó sin fútbol a la “T”. Robert, irritantemente individualista, y Cobelli, solo y falto de competencia, completaron una puesta en escena escasa en términos ofensivos.

Del medio para atrás, Talleres tampoco exhibió demasiado. ¿De qué jugó Basualdo? ¿Para qué entró Báez? Son preguntas que quedaron sin respuestas. De todos modos, Aldosivi no anduvo indagando demasiado. Aprovechó las carencias y los nervios de Talleres –sobre todo, después del 1-0 de Carli, a los 4 minutos–, se plantó bien en el medio y le dio vía libre a Elvio Martínez. Con eso le alcanzó al Tiburón para justificar la victoria en el primer tiempo.

No alcanzó con el esfuerzo. El ingreso de Moreira Aldana, a los 4 minutos del complemento, le cambió el semblante a Talleres. En un par de intervenciones, el juvenil exigió mucho más que Cobelli y Robert en el arranque, y generó una esperanza. Pero lo cierto es que la “T” nunca llegó con claridad a los dominios de Campodónico.

En eso estaba el equipo albiazul, empujando en procura del empate, cuando una distracción defensiva fue aprovechada por Elvio Martínez y terminó en gol de Jorge Velázquez. El 2-0, cuando se jugaban 28 minutos, dejó sin chances de recuperación al anfitrión.

El final dejó incertidumbre en la gente, y una mueca de fastidio. Sin “estrella” ni “refuerzo bomba”, está claro que el nuevo Talleres es lo que hay, más “el Pupi” Salmerón. El reto, para su entrenador, será graduarse, de una vez por todas, en un buen administrador de recursos humanos.