El equipo albiazul le ganó 4-0 a Villa Dálmine en un partido poco amistoso y con varios lesionados.

“Uuuh”, “auch”, “puff”... Las quejas por los golpes recibidos, casi al estilo de como se graficaba en la vieja serie televisiva de Batman, dominaron el partido que ayer por la mañana disputaron Talleres y Villa Dálmine, y que terminó 4 a 0 a favor del conjunto de barrio Jardín.

Los jugadores albiazules se sorprendieron por el juego brusco que propuso el equipo de Campana, que milita en la Primera C Metropolitana y también ultima sus preparativos de cara al inicio de la próxima temporada. Se jugaron dos tiempos: el primero se extendió por una hora y el segundo duró 40 minutos.

De amistoso, el partido tuvo muy poco; casi nada. El calificativo adecuado sería “peleado”. Habría que replantearse hasta qué punto sirven este tipo de compromisos, en los que los jugadores terminan con los tobillos a la miseria en plena pretemporada.

“No es casual que elijamos este tipo de rivales. En la C se marca mucho más que en la B Nacional, así que esto nos va a ayudar cuando tengamos que manejar el balón contra equipos de nuestra categoría”, justificó “Humbertito” Grondona, el entrenador de la “T”.

La batalla de Campana. Pese a la exigente pretemporada que lleva adelante el plantel albiazul, hasta ayer no se habían producido lesiones, lo que habla muy bien del trabajo de los preparadores físicos Gabriel Martínez y Daniel Cámara. Pero en un ratito del enfrentamiento con Villa Dálmine, la “T” ya había hecho tres cambios obligados, terminando con aquel “invicto”.

En cuanto al juego, los primeros 20 minutos de Talleres fueron muy buenos. Monopolizó la tenencia del balón, aprovechó el ancho del campo y encerró al conjunto de Campana en su propio campo.

Antes de su lesión, Julio Buffarini hacía estragos cuando se asociaba con Braian Robert. El ex enganche de Almagro, uno de los más castigados por los rivales, volvió a dar muestras de habilidad y carácter. Recibía una patada y a la jugada siguiente volvía a encarar.

Por lo que se vio hasta el momento, unas de las armas más importantes del equipo que está armando Grondona son el manejo y la pegada que tiene el mediocampista Cristian Zermatten, quien aprovecha la velocidad de los volantes externos, Buffarini y Matías Quiroga.

Tal como sucedió hace unos días contra Fénix, Talleres pudo quebrar la resistencia del rival después de que ambos equipos realizaran muchos cambios.

Todos los goles de la “T” llegaron en el segundo tiempo. El paraguayo Roberto Moreira Aldana puso el 1-0 y ratificó que está dispuesto a crearle, a fuerza de goles, una “gran complicación” al entrenador. Después se anotó el juvenil mediocampista Julio Cuello, en dos ocasiones, y finalmente Robert, tras una jugada asociada con Ramiro Pereyra, el enganche que volvió de Atlético Tucumán, selló la goleada albiazul con una definición de muchísima clase.

Al final del encuentro se notó la diferencia de categorías, pero a la hora de pegar, ganó Villa Dálmine. Podría decirse que Talleres ganó la batalla de Campana.