En pleno recordatorio de la final del ’98, Roberto Luis Oste manifestó que si hubieran seguido al frente del equipo con el ex San Lorenzo, no habría peligrado la permanencia. Agradeció a los hinchas y criticó a la gerenciadora. “No saben de historia”, señaló.

Es el «Lute» de la gente. Nuevamente Roberto Luis Oste, ex delantero de Talleres y héroe de aquella recordada final ante Belgrano en 1998, siendo el autor del penal definitivo que le dio el ascenso al albiazul a Primera División, fue partícipe principal de los actos realizados por el movimiento «5 de julio», por los cuales, año tras año ejecuta un remate simbólico para rememorar esa obtención.

Ayer, por primera vez lo hicieron en el Arco de Córdoba, el «Lute» pateó y el «Conejo», con el que irónicamente representan a Bernardo «Diente» Ragg, arquero de Belgrano en aquella final, sigue eligiendo el palo contrario. Después hubo una caravana hasta el centro de la ciudad, donde se repitió la ejecución. Y Oste también convirtió.

Pasaron 10 años y el cariño del hincha para con el «Lute» no tiene límites. Sigue intacto. Pero Oste prefirió hablar de otros temas, evadiendo un poco ese importante acontecimiento para referirse a su situación actual con la gerenciadora, que hace cuatro meses resolvió despedirlo junto con el entrenador Rubén Darío Insúa. Y como está en juicio, Ateliers no cedió el gimnasio del club a los hinchas para festejar «El Día de la Paternidad», celebrado ayer.

«Lo de la gente de Talleres es increíble, impagable. Pero todavía me queda el sinsabor de que no nos dejen festejar ese ascenso en nuestra casa. No vengo a celebrar mi cumpleaños, sólo recordamos un evento importante para la historia del club, y me duele mucho que no nos dejen. Esto no es para mí, es para el hincha», manifestó ex delantero albiazul.

-¿Cómo es tu situación con la gerenciadora?
-Es obvio que no se trató de un tema de resultados. Con (Rubén) Insúa ganamos de visitante después de un año y medio, ante Platense, le ganamos a Almagro, y apenas perdimos con Aldosivi ya había un ayudante de campo de un técnico de Primera División en el hotel. Ellos tienen derecho a elegir su entrenador, pero hay obligaciones que cumplir. Yo tenía contrato hasta julio y reclamé lo que me corresponde.

-¿Qué sensación te queda?
-Que esta gente que maneja el club evidentemente es nueva y no conocen nada de la historia de Talleres. Se nota a la distancia. No soy irremplazable, pero si toman esta medida de no prestarnos el gimnasio para que festejen los hinchas es porque no les importa nada.

-Hablando de fútbol, ¿qué opinión tenés de Talleres ahora?
-Cuando las cosas no se hacen bien, terminás de esta manera, penando por no perder la categoría. No hubo unidad, desde arriba generaron ese clima. Estoy seguro que con Insúa no hubiéramos jugado la reválida. Te lo aseguro. Quedaba mucho camino, se apresuraron y se salvaron de milagro.

-¿Te despidieron por tu relación con el ex gerenciador Carlos Granero?
-Debe ser, porque ahora «limpiaron» a todos. Estuve tres años en el club, con un proyecto de Inferiores, y ahora es un desorden. Cumplí todas las tareas: coordinador, ayudante de campo, técnico interino... No quería irme de esa manera, no lo merecía.

-¿Por qué pensás que el hincha no te hizo reclamos tras haber iniciado juicio al club?
-Porque saben como viene la mano. Yo tengo acciones judiciales contra Ateliers, no con Talleres. Además, yo obré en consecuencia. No esperaba llegar a eso. De todos modos, mi amor con la camiseta es enorme, y la gente me lo retribuye de manera extraordinaria. Ya está, la gerenciadora se manejó mal y punto. Le deseo lo mejor a Talleres, y quién sabe. Quizá algún día pueda regresar.