Apartados del pesimismo del resultado en contra, Talleres hizo un partido que se le estaba pidiendo desde hace rato. Durante varios pasajes logró armar un circuito de juego que se tradujo en el armado de 10 situaciones reales de gol. Su pecado fue equivocarse en las dos áreas. Primero, cuando se puso en ventaja por un gol en contra (la prueba más fiel fue que necesitó de ese acto fallido de Bazán Vera para adelantarse en el marcador). Luego, cuando permitió que los sorprendiera por dos veces un mismo jugador: el defensor cordobés Julián Fernández.

Es muy factible que al momento de la derrota, el técnico y los jugadores caigan en el facilismo de decir: “¡Ah! perdimos y estamos mal con el promedio. Yo prefiero jugar mal y ganar”. ¿El árbol les tapará el bosque? Nadie tiene la brújula en este sentido porque el fútbol no es lógico, pero cuando una actuación resulta convincente y hay voluntad para corregir ingenuidades, conservar el plan de juego puede ser auspicioso y sorpresivo. Porque, en una divisional como la B Nacional, son pocos los equipos que salen a buscar un objetivo a partir del juego.

Rimoldi. Fue el patrón de la mitad de la cancha: pudo recibir de frente y contó con la colaboración de un socio como Paulo Rosales, que hasta ahora había sido más efectivo a la hora de convertir que de generar fútbol. Buffarini y Viveros también se acoplaron como alternativas de descarga; y cuando tuvieron que pasar, gravitaron. Con más velocidad “el Colorado”; en diagonal el colombiano. Con ese esquema, la dupla Cuevas-Borghello no pasaría hambre de ninguna manera. Talleres cumplió así con sus primeras prioridades: se adueñó de la pelota para poder administrarla con criterio y, luego, tomó los espacios que necesitaba. Así redujo a la mínima expresión a un Atlético de Rafaela que, había amenazado al principio con un par de escapadas de Jonathan López, y que, con el 0-1 parcial, pensaba en perder por la menor diferencia posible en la Boutique.

Buscando a Memo y al Tanque. Borghello y Cuevas le vieron la cara a Pezzuti en varias oportunidades y desde inmejorables posiciones. Ganó siempre el arquero de Atlético de Rafaela. Los dos puntas de la “T” fueron los mejores durante una rueda y cosecharon tantos elogios como goles. Pero transitan una racha negativa y el equipo depende de sus goles. Un dato: desde el partido con Aldosivi, por la 22ª fecha, “el Memo” y “el Tanque”, marcaron cuatro goles, uno de ellos de penal.

Soltar una marca. Si Talleres no estaba derecho y no ligaba arriba (Rosales y Azcurra le acertaron al travesaño), Talleres jamás debía perder en su propia área. Pero la “T” concedió dos pelotas detenidas justas para lanzadores como Jorge Ribolzi (tiro libre) y Cristian Zárate (córner). En ambas ganó Julián Fernández (en el segundo gol lo dejaron anticiparse). En estos días, en los que se vive de los errores ajenos y se muere con los propios, Talleres fue el que menos lo entendió. Por eso perdió.