Con el juego 1-1 al cierre, Talleres tenía un penal a favor: Pezzuti lo atajó y, luego, Rafaela anotó el 2-1.

El juez Alejandro Castro había cobrado el penal menos creíble de la tarde. Iban 46 minutos de juego y después de dilapidar unas 10 chances, el tiro desde los 11 metros representaba para Talleres la posibilidad más importante para quebrar ese 1-1. Ese resultado parcial que tenía un valor agregado para Atlético de Rafaela, que no podía creer cómo todo seguía igual después de que le abollaran el arco y de que su arquero Gastón Pezzuti se hubiera transformado en el hombre araña para sacar todo.

Iván Borghello se paró frente a la pelota y todo Talleres, en cuerpo y alma, se presumía ganador. El goleador tenía la chance de tomarse revancha de las oportunidades que le había ahogado Gastón Pezzuti, quien sólo había podido ser batido por su propio compañero Daniel Bazán Vera, en contra.

Borghello pateó y el ex Instituto ni siquiera dio rebote. Pero si ya era difícil de entender para los 12 mil hinchas, ni hablar cuando Julián Fernández, en su segunda subida al área (en la primera logró el 1-1), debió agacharse para mandar y anotar el 2-1, a los 48 minutos. El siguiente pitazo de Castro lacró la derrota y disparó la bronca de los hinchas que de pensar en un festejo seguro pasaron a sufrir una derrota que complica aún más la permanencia en la categoría. El tape de esos casi dos minutos podría ser enviado a cualquiera de esos programas tipo "Increíble, pero real". Era una ocasión justa para desmentir el dicho: "Si errás en el arco rival, lo sufrís en el propio". Talleres no fue la excepción.

Comizzo, el blanco. Caído el invicto de la Boutique, los hinchas hicieron blanco en Iván Borghello por el penal que le atajaron.

También hubo "dedicatorias" al DT Ángel David Comizzo por haber dejado en cancha al goleador, por "borrar" a Julián Maidana (ver página 4) y porque "aturdió" a los jugadores con tantas indicaciones. Algo que le hizo notar Lucas Rimoldi, en medio del juego.

El dato rescatable fue que la reacción de los hinchas de Talleres dejó pocos elementos para mencionar. Algunas botellas de plástico arrojadas al campo y el coro de insultos que 20 hinchas ensayaron desde lejos (el playón fue cercado) mientras esperaban la salida del colectivo de los jugadores. Al final fueron detenidos, pero solamente por algunas horas.