“Me dejé llevar por la calentura del momento, no me supe controlar. Estoy arrepentido, y espero enmendar mi error pronto”, dijo el arquero por su expulsión.

Venía siendo el jugador más parejo de la cancha, y el más regular de Talleres, pero por un instante pasó del reconocimiento a la reprobación. De esta forma, puede resumirse la actuación del arquero Valentín Brasca en el clásico ante Belgrano, porque dejó a su equipo con un hombre menos en una jugada insólita, a diez minutos para el final, y a su favor quedó que su equipo pudo conservar el empate, si no, hubiera sido peor.

Transcurrían 34 minutos del segundo tiempo, en un tiro libre a favor de Belgrano, el delantero Matías Suárez envió centro pasado al corazón del área albiazul, y Brasca contuvo la pelota en las alturas sin inconvenientes, pero antes de caer recibió un topetazo del volante Mariano Aldecoa.

Falta. Aunque el golero del elenco de barrio Jardín reaccionó e increpó por el golpe a Aldecoa con un cabezazo. Con los dos futbolistas en el piso, el árbitro Sergio Pezzota esperó la recuperación de ambos, y tras consultar con el juez de línea Francisco Noguera, le sacó tarjeta roja a Brasca. Afortunadamente para Talleres, Pezzotta había sancionado previamente falta en ataque de Aldecoa, caso contrario, hubiera sido penal en favor del elenco “pirata”.

Ya en vestuario, con signos notorios de fastidio, Brasca declaró: “Yo reacciono porque el jugador de Belgrano me pega primero. Estoy mal expulsado, nos tendría que haber echado a los dos, fue injusto”.

La semana pasada, en la derrota 1-2 frente a Chacarita Juniors, Brasca tuvo responsabilidad en el primer gol del conjunto “funebrero”, cuando se le escapó una pelota cruzada y se vio obligado a cometer penal, y también en la segunda caída de su valla, ya que se estaba adelantado.

Pese a que no fueron fáciles de asimilar estos últimos 10 días para el ex Ferro, la parcialidad albiazul le dio crédito por sus producciones anteriores, ya que venía siendo figura del equipo. Y por eso, mientras algunos lo insultaban, se dirigió al vestuario casi con lágrimas, una porción de aplausos bajaron desde la popular y la platea, en sinónimo de aliento: “Fue una jugada que me dejé llevar por la calentura del momento, no me supe controlar. Insisto en que los dos debimos ser expulsados. Pido perdón a la gente y a mis compañeros porque los abandoné en un momento complicado. Estoy arrepentido, y espero enmendar mi error pronto”, cerró diciendo Brasca.