Carlos Ahumada, gerenciador de Talleres, no exageró cuando el sábado pasado dijo que, en el clásico frente a Belgrano, al Chateau "puede ir como mínimo el doble de público" respecto al que asistió a la Boutique para ver la victoria 2-1 sobre Almirante Brown, donde hubo 13 mil personas.

Es más, el "1" albiazul se quedó corto en la estimación mientras insinuaba una mudanza de cancha, porque el público albiazul ha dado sobradas muestras de la capacidad que tiene para llenar el Estadio Córdoba cuando la ocasión lo merece. Sin ir tan lejos, la rueda pasada, ante Instituto un viernes a las 18.30, unos 30 mil hinchas acompañaron al equipo. Si se tiene en cuenta que el rival es Belgrano, a lo que se suma el repunte de las últimas fechas, hay que imaginar que la cifra rondaría los 40 mil, con lo que unos 25 mil fanáticos se quedarían sin poder apoyar al equipo frente al máximo adversario. Sería una pena.

Pero además, un Talleres-Belgrano o Belgrano-Talleres es la cita mayor de nuestro fútbol y, por una serie de cuestiones (entre organizativas y económicas) merece que se juegue en el escenario más importante que tiene la provincia: el Estadio Córdoba.