Diego Garay y una nueva vida. Hoy, lejos del fútbol, el ídolo de Talleres trabaja en una pinturería. Feliz igual.

¿Cómo es la vida después del final? Cuando el telón se bajó. Cuando las luces se apagaron. Cuando la música se acabó. ¿Cómo es construir una nueva vida después de tanto vivido? Diego Garay (40 años) está en eso, tratando de aprender a hacerlo. De volver a ser, de aprender de los errores, de entender cosas que aún no tienen algún sentido. Pero el Diego, el de Talleres, el 10 de los brazos en alto, del amor incontrolable, aún tiene pasos para dar en la vida. Y, con tanto nombre, con tanta chapa, hoy su vida pasa por una paleta de colores. Casi como cuando jugaba, pero esta vez, en el comercio, para parar la olla a fin de mes, trabajando en la conocida pinturería Szumik. “Siempre fui una persona muy simple y estoy muy contento y muy a gusto en el lugar que estoy. Mis compañeros me lo hacen sentir mucho”, cuenta Diego a Día a Día, en el local de Juan B. Justo, y agrega: “En realidad fueron unas charlas que tuve con Gustavo, el hijo de Víctor (Szumik). Yo tenía ganas de hacer otras cosas y la necesidad de trabajar”. El fútbol ha sido su vida, pero ¿después qué? A Garay le costó reinsertarse en inferiores, encontrar un lugar adecuado. Aunque siempre piensa en volver al fútbol, hoy se siente muy cómodo: “La parte mía es la venta a empresas y me han dado la posibilidad de trabajar en esa empresa, muy a gusto, cómodo. Claro que me identifican bien y con la gente terminamos hablando de fútbol”.

–¿Se venden más pinturas por ser Diego Garay?
–Jaja, no; cuesta, cuesta. Más allá de tener un nombre, está dura la calle. Los clientes no te regalan nada, cuesta. Y con los hinchas de Belgrano está todo bien. Un cliente grande es de la contra y siempre me tratan muy bien los hinchas que no son de Talleres.

–¿Te cansó el fútbol?
–Creo que quizás el hecho de estar sin hacer nada me llevó a hacer otra cosa. Más allá que por necesidad económica me hacía falta. Salió esta posibilidad y bienvenido sea. Hoy estoy en otra etapa personal y la estoy disfrutando como lo hice con el fútbol. Me siento a gusto, tranquilo y con muchas ganas de seguir progresando y disfrutando del laburo, la familia, los hijos.

–¿Es difícil, más allá de ser Diego Garay, que te vean trabajando?
–Sí, la gente se sorprende viéndome trabajar en una pinturería. La gente piensa que uno está hecho económicamente y que debería vivir sin mover un dedo. Quizás si uno hubiese aprovechado o haber sido más cuidadoso por ahí no tendría que estar haciendo ésto. No me arrepiento, son cosas que sucedieron. Uno mira para adelante, soy la misma persona, no tengo vergüenza de nada, no le debo nada a nadie, ni nadie me regaló nada. Camino con la frente en alto. Disfruto de la gente que me saluda en la calle y lo mejor que me puede pasar como persona es que me recuerden siempre por lo que soy.

–Sucede con muchos exdeportistas que no han tenido un asesoramiento y muchos no pueden insertarse laboralmente después ¿Vos cómo lo has vivido a eso?
–Siempre las equivocaciones y las decisiones son de uno. Más allá de que por ahí le puedan sugerir algo, el que decide siempre es uno. No se puede mantener la vida que uno llevó como jugador de fútbol en su vida activa. Y más allá de que hoy son otros montos, no me puedo quejar de la plata que he ganado. Me han pasado cosas en mi vida que me las guardo y que me han hecho generar gastos que no los tenía previstos y que se dieron. Después, el responsable es uno. Si hubiese sido más inteligente quizás hoy en vez de ser un empleado podría ser un dueño. No me afecta ni me quedé con eso mirando hacia atrás, sino me hubiese pegado un tiro hace rato.

–Lo psicológico siempre ayuda.
–Muchísimas personas me apoyaron. Tras el fútbol, muchos me valoraron más que en el momento activo de mi carrera. Me di cuenta que después de jugar al fútbol la mayoría de tantos amigos que había desaparecieron. Y me encontré con gente, amigos que me ayudaron y acompañaron un montón a los cuales les estoy inmensamente agradecido, como ahora el caso de los Szumik, Dossetti (ambos ex presidentes de la T). Siempre me encontré con personas que me ayudaron a reinsertarme. Ni hablar de amigos que estuvieron después del fútbol. Porque aquellos amigos “del futbolista” ya no están más. Y decidí a algunos dejarlos de lado también. Pero hoy estoy muy contento con lo que tengo y valoro las cosas de otra forma.

–¿Es duro darte cuenta quiénes eran los amigos de verdad?
–Fue duro darse cuenta que los amigos de siempre eran amigos del Diego jugador de fútbol, amigos del éxito. Amigos con los cuales uno se crió. Después he sido bastante inteligente y he tenido buenos conocidos. Mi viejo me lo recalcó siempre. Me sorprendió la actitud de algunos amigos que elegí. El equivocado fui yo. Hoy valoro mucho a los buenos amigos que tengo.

–¿Cómo dormís hoy?
–Excelente, siempre mi conciencia estuvo muy limpia. Las cosas malas siempre mejoran y hoy me siento muy feliz con lo que tengo.

–¿Te ilusiona este Talleres?
–Talleres siempre me ilusiona y ahora con la llegada de Andrés (Fassi) ilusiona el doble. No hay que olvidarse que a este equipo le van a jugar a muerte, con tanta historia. Talleres, su gente es sorprendente. Me gusta lo que hoy se está haciendo en el club. Hay que mirar al futuro y apoyar al plantel y dirigencia.

Garay y el ascenso

–¿Si se dan las condiciones volverías a Talleres?
–No le cierro las puertas a nadie. Hoy quiero una vida tranquila, segura, estable. Y hoy lo estoy. Estoy feliz y en algún momento de mi vida no me sentía bien porque no laburaba y eso te come la cabeza.Lo que yo buscaba hoy lo encontré. Disfruto de la familia, del laburo y de los amigos. No cierro las puertas a nadie y a Talleres menos.

–Amigos quedan...
–Por suerte y siempre en contacto con algunos ex compañeros como Bertola, los Graieb, Javi Villarreal y aquella gran banda de amigos. Y ahora la Chanchita Albornós te habla como técnico, de táctica, jaja. Al enano (Abornós) le va a ir muy bien como técnico. Los quiero mucho, tenemos una relación enorme.

–¿Y cómo anda tu beba?
–Lola (su nueva hija) es un amor y tengo a mis otros hijos en San Francisco. Estoy muy bien familiarmente. Me siento muy bien, uno trata de crecer.

–Entonces fuera del fútbol, vas a seguir “pintando”.
–Jaja, claro. Estoy muy bien, muy contento. ¿Fútbol? El otro día de la Ucfa me querían llevar a correr al parque y les dije: “Están en pedo, yo a esto lo hacía por un sueldo. Sí hagamos un picado, pero no me llevan a correr más”.

–Muchos dirán después de esta nota ¿Cómo puede Garay trabajar en una pinturería?
–Nooo, no tengo porqué avergonzarme de nada. Estoy muy feliz. Hasta en una obra te trabajo. Yo me siento a gusto, tengo muy buenos compañeros y soy muy agradecido de ellos en esta etapa. Ahora me dicen: “Por fin te sacaste el nailon a los 40 años”, jaja.

–¿Mirás para atrás y te decís: “Hice lo que pude”?
–No cambiaría mucho. Algunas cosas. Pero no dejaría de actuar con el corazón. Soy una persona que no se arrepiente de nada, pero sabiendo de los errores cometidos. Hoy se pueden vivir momentos muy hermosos y disfrutarlos.

La charla podría durar mucho más. Pero Diego está pensando en que le tiene que cambiar los pañales a Lola, prepararle la mamadera, pispear algo de fútbol por TV e irse a dormir temprano porque hay que laburar. Al otro día hay que levantarse temprano, ir a ver clientes y a seguir vendiendo tachos de pintura. Al fin y al cabo el 10 de la T quizás pueda estar en su salsa. Es que, como en la cancha, el eslogan de la pinturería le calza a la perfección: “Los que más saben de pinturas”.

Y en esa materia, Garay ya dio pruebas sobradas.

“Cacho Sialle casi me convence de volver”

¿Es difícil dar el paso y estar fuera del fútbol? Para Garay, que todo le costó, al menos siente que se pudo adaptar. “Se puede. Salí del fútbol por lesión. Cuando me fui de Talleres en esa peor campaña (la última de Gareca en la B Nacional 2007) que tuvimos yo sabía que me iba a Sportivo y que no iba a jugar más”, confesó.

Sentía que el cuerpo no le podía dar. “Tomé la decisión de retirarme, lo tenía pensado y no me costó. Hoy la gente me dice: ‘volvé Diego’. No podía rendir al nivel de antes y tuve que dejar. Preferí dejar de lado algo que no podía hacer ya con profesionalismo por ganar un peso más.

Luego, Diego hará su revelación: Sialle lo quiso devolver al fútbol. “Sí, con el regreso de Javier (Villarreal) me preguntó Cacho. Yo estaba muy bien, incluso hice dos o tres entrenamientos y él quería que me sumara. Realmente había pasado bastante tiempo de ser profesional y sentía que era una falta de respeto a los muchachos que estaban, al club, a la gente. Quizás estaba para jugar (en el Argentino A) pero si yo no estaba convencido empezábamos mal. Y casi voy a la pretemporada. Resolví no hacerlo, de afuera se ve fácil, pero hay que estar adentro. El fútbol desde una platea con una hamburguesa y una gaseosa es muy simple, pero hay que estar.

–Fue para la pretemporada de verano, previo al semestre del ascenso a la B Nacional...
–Sí, fue ahí. Cacho me pedía que me sumara, casi me convence de volver. Me decía: ‘sos un cagón’, jaja. Preferí mantenerme al margen porque sé que (ellos) lo iban a hacer bien.

–¿Hubo algún momento en el que te acostabas con el murmullo y la vuelta en la cabeza? ¿Estuvo esa fantasía?
-¡Siii! Totalmente, me decían que me sumara. Estaba muy bien y me creó una ilusión de volver, enorme. Y me llevó a soñar, a tener otra vez ese bichito que daba vueltas. Pero siempre fui muy responsable en ese sentido de no afectar a nadie. Yo sabía que mi cuerpo no iba a dar tanto y decidí no hacerlo. Y pensé en la gente.

–Fuiste un bendecido, desde aquel día que entraste a una cancha (1993) reemplazando a Maradona en Newell’s...
–Fui un bendecido de poder hacer lo que muchísima gente sueña. Estoy agradecido de haber jugado con Diego, llegar a Europa, la carrera que hice. Debí ser mejor en algunos cuidados pero di al ciento por ciento y siempre dejé todo. La época de la Chancha (Albornós), de Pinito, de Astudillo, de Julián (Maidana) si seguimos vigente es porque quedó algo marcado en el club y es un orgullo que la gente me recuerde. Pero Talleres tiene que cambiar y salir una nueva camada que sea recordada.