Se trata de Marcelo y Lucas Castillo, padre e hijo, quienes denunciaron maltratos por parte de uno de los imputados, el comisario Britos. Los acusados se abstuvieron de declarar.

El primer día del juicio por la muerte del hincha de Talleres Jorge Martín Castro (19), ocurrida en 2005 a manos de la Policía, dejó varias cosas por contar transcurrida la mañana de este lunes.

Para empezar, los dos principales acusados, uno por el fallecimiento de este hincha y otro por no prestar atención a personas que fueron heridas en el enfrentamiento entre las parcialidades de Belgrano y Talleres, se abstuvieron de declarar.

Se trata de los policías Gabriel Vivas (40), acusado de homicidio culposo doblemente agravado, por el uso de arma de fuego y porque el disparo que se le atribuye se dio en el marco de un espectáculo deportivo; y el ex comisario mayor Juan Carlos Brito, quien se desempeñaba en la Dirección General de Operaciones y esa tarde estaba a cargo del operativo de seguridad del clásico.

Este último, arriba al juicio imputado de mal desempeño de la función pública y vejaciones agravadas.

Ambos dejaron paso a los dos primeros testigos, Marcelo Castillo y Lucas Castillo, padre e hijo, quienes sufrieron heridas por los perdigones que expulsó la escopeta de Vivas. Los tres quedaron en el suelo, pero Castillo la pasó aún peor, ya que Brito, según lo que consta en el expediente, lo insultó, zamarreó y golpeó. Castillo, mientras, se desangraba. Luego, pese a verlo herido, tendido, se retiró sin auxiliarlo.

Pero, tanto el padre como el hijo, este lunes incurrieron en contradicciones respecto de cómo se sucedieron los hechos y el papel que le cupo a Brito, puesto que no pudieron reconocerlo y sí lo hicieron con Vivas.

Esta situación podría al ex comisario mayor en una situación de ventaja respecto de las acusaciones que afronta. De hecho, en la sala, durante el juicio, su propio abogado defensor, Carlos Hairabedián, dijo que para él "el juicio contra su cliente está terminado".