Talleres. El DT reconoció que el triunfo ante Racing le dio “aire” y que está dispuesto a soportar todo tipo de presiones. El día después, tranqui.

Lo de Chaucha es el apodo de pibe, de jugador. Lo de Bianco es un apellido que se oscurece en Talleres. Lo del técnico y la volatilidad de los procesos frente a los resultados son las variables de ajuste de un mandato que se renueva partido a partido, fecha a fecha. El infierno en barrio Jardín pesa y quema. Y José María Bianco está dispuesto a bancarse la parada. Talleres dejó atrás al pesado Racing. Un rival de quilates que le complicó la historia en un partido que parecía a pedir de una goleada albiazul. Pero el entrenador lo vivió en la histeria del momento. “Sí, claro que tengo resto, ganas, espaldas y mucho para dar en este torneo. Necesitábamos este triunfo y, bueno, estaré feliz por unos días hasta el próximo”, contó efusivo el técnico. Ante Día a Día, se mostró con mesura hasta que se le fue por la tangente su parsimonia.

–¿Se acostumbró a vivir en medio de estos vaivenes de Talleres?
–Creo que en el partido anterior la gente estaba más molesta.–Dejando de lado el resultado, ¿lo enojaron mucho las distracciones de su equipo?
–Mirá, el fútbol es así. En el partido anterior creamos 10 situaciones y a la vuelta del juego estábamos todos enojados. Y esta vez ganamos sobre el final. Ahora tenemos que tener mesura y confianza porque ganamos un partido vital. Ganamos otra vez un clásico y debe ser una inyección anímica para lo que se nos viene.

–La mayoría de los hinchas se pregunta por qué el equipo desperdicia ante la abundancia y termina siempre con dientes apretados. ¿Usted qué piensa de esto?
–Yo creo que es así. Creo que Talleres tiene 13 goles a favor y 12 en contra. Si cuento los que hemos desperdiciado tendríamos que tener 20 goles o 25 y ojalá que esto nos sirva para encontrar un equilibrio más cerca de lo normal. Ni tan bien como con Alumni sin hacer goles ni tan irregular como en el segundo tiempo con Racing.

–¿Qué se cuestiona usted internamente?
–No me cuestiono nada. Al contrario, destaco la predisposición que tuvieron los jugadores y la valentía para afrontar este partido que por suerte nos tocó ganar. Un equipo quiso ir a ganarlo y otro llegó a cuidarse.

Se juega como se vive. Bianco sabe que el presente de Talleres va fluctuando entre ese amor y desamor que dependen exclusivamente de lo que pase dentro del campo de juego. Que los insultos con los que fue despedido en el último partido de local no lo sacaron del foco y que los que recibía antes que terminara el cotejo ante Racing apenas lo inquietaban. Y no es por soberbia, quizás porque sabe de qué se trata la cuestión. “A veces se juegan partidos muy mal y se ganan. Y eso nos paso más en el segundo tiempo, a tal punto que no se notó nuestra ventaja de un jugador demás. Pero arriesgamos y fuimos a buscar el triunfo a pesar de que quedábamos expuestos a la contra de Racing”, dijo.

–¿Un desahogo el final?
–Sí, me abracé con todos mis colaboradores y con todos los que están comprometidos con este proceso. Sabía que se hablaba de mi continuidad y tuve tranquilidad en que íbamos a salir adelante. La gente del Fondo estuvo con nosotros como Escribano, Bertinetti, Nacho Rinaldini y ellos nos dieron el apoyo que necesitábamos.

–¿Cómo vivió la semana, a propósito del apoyo de la dirigencia?
–Todos los pensamientos son respetables mientras no rocen la falta de respeto. El equipo demostró en el campo de juego que a veces algunas palabras hay que tomarlas con muchísima calma y nosotros teníamos que pensar en Racing. Teníamos que abstraernos de lo que se publica a veces, de lo que se escucha y de lo que se dice. Yo trabajé siempre con tranquilidad en Talleres.

–¿Siempre?
–Siempre. Rodrigo Escribano vino a almorzar antes del partido y cuando terminó el partido nos dimos un gran abrazo. Cada uno, desde su función, trabaja para Talleres. Yo soy un empleado más y creo que ambos tenemos el mismo objetivo.

–¿Y entiende el estado de “supervivencia” al que se tiene que someter?
–Es así. Este festejo va para todos los amigos que me acompañaron, sobre todo en las malas.

–Entonces tiene espalda...
–Yo creo que sí, los jugadores demostraron que...

–No, le pregunto a usted...
–Bueno, sí (risas). Tengo la espalda bien grande y me la banco.